No todos los deportes son iguales, aunque algunos se empecinen en hacernos creer lo contrario.
Cambiémonos de deporte
Me envían la noticia de que la Federación Madrileña de Rugby anda buscando árbitros. Por lo visto la plantilla arbitral madrileña está escasa de colegiados. ¿Os suena? Viendo que mi futuro no está en el arbitraje del fútbol, me metí en su página y eché un vistazo. Me han convencido, creo que me paso al rugby.
En la sección del comité de árbitros tienen algunos documentos muy interesantes. Entre ellos, un protocolo de actuación de árbitros, donde explican, pues eso, cómo debe actuar un árbitro antes, durante y después del encuentro. En eso no hay mucha diferencia con el fútbol: cómo cumplimentar la licencia de árbitro, informar de la disponibilidad para arbitrar, cómo enterarte de las designaciones, comprobar que se lleva al partido todo lo necesario, llegar con antelación al campo, la revisión del campo y de los jugadores... Vamos, nada que no conozcáis todos vosotros. Hasta aquí todo igual.
Seguimos. Durante el partido: muéstrate tranquilo, da ejemplo en el trato, demuestra decisión y firmeza, concéntrate en el campo y olvida el exterior... Tras el partido: llega al vestuario y relájate, rellena el acta, etc. ¿Veis? Esto lo sabemos hacer todos.
Y terminamos. Llegamos al Tercer Tiempo y aquí corto-pego del documento oficial "Aunque no es obligatorio, si te invitan debes ir al tercer tiempo y tratar de hablar con los entrenadores de los dos equipos. Si crees que has tenido algún error reglamentario, repasa este en el vestuario antes de ir al tercer tiempo, pero nunca lleves el reglamento al mismo".
Sigo con el corta-pega: "Trata de hablar con entrenadores y jugadores y escúchales, si la charla se desarrolla en términos correctos. NUNCA preguntes ¿qué tal lo he hecho?. Puede que no te guste la respuesta. Debate sobre puntos concretos (la interpretación de la regla del fuera de juego; de la manera de arbitrar el área de placaje…), pero nunca de generalidades ni de una jugada en concreto: es que en el minuto 25 pitaste…".
Para los que no conocen mucho del rugby, el tercer tiempo es ese momento en que los dos equipos se van a emborrachar a un pub irlandés, cantan a voz en grito, molestan a los otros clientes y parece que son hermanos de sangre, aunque apenas una hora antes se han dado hasta en el cielo de la boca. Es rugby, no tratéis de entenderlo.
Eso sí, releed los dos penúltimos párrafos. El comité de árbitros recomienda, "que no obliga", que se vaya al tercer tiempo y que se discutan aspectos técnicos con los entrenadores y con los jugadores. Vamos, que la imagen debe de ser parecida a esta: acabas de ducharte y estás hecho polvo, con la ropa llena de barro tirada en el suelo y sin saber dónde meterla para no manchar mucho. En esto que llega un tío grande y con cara de malo, lleno de vendajes y con un moratón en la cara y te dice "arbi, que vamos al Saint Patrick, que si te vienes". Joder, y tú que eres un bien mandado, siguiendo las directrices del comité, pues te vas con ellos.
¡Y al llegar allí te invitan a una cerveza! Y comentan contigo aspectos del juego y de las reglas. Y supongo que a la tercera cerveza incluso cantas con ellos. Y ahí, en una esquina, el informador del comité sumándole puntos a tu informe según te va viendo más integrado en el debate. Eh, espera, que te has subido a la barra; medio punto más. Se le ve contento al tío. Eres un buen árbitro. Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
Me cuenta un amigo que llegó a jugar en el rugby universitario madrileño, que a él desde pequeñajo, cuando empezó en esto del rugby, los entrenadores siempre le decían "al árbitro no se le discute ni tu nombre, y cuando se acabe el partido te acercas a él y le das las gracias". Pase lo que pase en el campo. Y, por supuesto, luego le invitas a "debatir aspectos de las reglas del juego". Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
Me dan envidia estos del rugby. Imaginaos otra situación: estais arbitrando un Agrónomos contra Ciencias, por decir algo, y os acercáis corriendo al juez de touch: "No me jodas, Johnny, golpe de castigo y expulsión, ¿de quién?". Y Johnny se equivoca de dorsal y expulsas a Patrick. Y acaba el partido y Patrick, un tío de ciento veinte kilos, se te acerca corriendo y te dice "arbi, me has jodido el partido, muchas gracias". Y te lo dice sonriendo. Y luego, para que te quede mala conciencia, va el capullo y te invita a media pinta de Guinness. Y no se cisca en tus muertos, que esa es otra. Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
No lo penséis más, de verdad, vámonos todos al rugby. Seremos mucho más felices, nos divertiremos muchísimo más y nos tomaremos unas pintas, que repercutirán positivamente en nuestros informes. Y el fútbol, que lo arbitre el gilipollas ese que se cree Kaká y sigue jugando en segunda regional.
[Y tras esta entrada nostálgica, que no olvidaré nunca, os recomiendo que visitéis la web del CIHEFE y leais la serie que está escribiendo Javier Bravo sobre la historia de la Reglas del Fútbol. Ya sé que parecerá increible, pero el rugby y el fútbol nacieron en el mismo sitio. De hecho, al principio todo era igual. Era lo mismo. Hasta que llegó algún amargado al que no le gustaba la cerveza ni cantar, y se le ocurrió que no se podía coger el balón con las manos. Que se pudra en el infierno, que bien merecido lo tiene].
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