De la página el Ojo en la Paja os dejo este Decálogo del Perfecto Sibarita.
I
Busca satisfacer tu placer por sobre todas las cosas, esté donde esté. Si crees que la belleza o el placer están en saltar en paracaídas desde un edificio, degustar un pescuezo de gallina relleno a la entrada de Ibagué o desayunar caviar y mimosa en el Península de Hong Kong, refocilarte con una dama gordita o pasar un fin de semana en una cueva… adelante. Nunca te deben quedar en la cabeza frases del tipo “si hubiera hecho…”, “debí probar…”, “¿Por qué no fui a…?”.
II
Acepta las equivocaciones como tropiezos menores en el camino que conduce a la satisfacción sibarita absoluta. Al probar te vas a equivocar. Lo que te queda de ello es que siempre vas a recordar ese taco de carnitas a la salida de la estación del metro en Chapultepec, por decir algo, que te envió al hotel y no te dejó salir de allí en dos días. Ese conocimiento es parte de la educación sibarita.
III
Sigue únicamente tus propios e íntimos impulsos. Para el perfecto sibarita no existen modas ni tendencias, no importa la propaganda. Por definición, el sibarita es autosuficiente e independiente en todo sentido. Incluso en el moral.
IV
No importa tanto la marca del objeto como el material con que está hecho. Pero las marcas más prestigiosas, más finas, más confiables utilizan los mejores materiales. El perfecto sibarita usa, por principio, marcas reconocidas. (En mi colegio usábamos una expresión perfecta: “es marquillero”).
V
Para ser un perfecto sibarita no hay que ser rico. El perfecto sibarita no tasa los objetos por su valor de uso ni por su valor de cambio, sino que se guía por una suerte de valor de apreciación. Tendrá objetos costosos, consentirá lujos extravagantes, pero también debería atender a cosas y usos humildes si en ellos encuentra belleza. Un nuevo rico nunca va a ser un perfecto sibarita, porque no aprecia los objetos en sí mismos, por bellos, sino por lo que significan o por lo que le van a representar en reconocimiento social.
VI
Dale a los momentos gratos el tiempo que merecen. Un sibarita apurado es un oxímoron. Un sibarita debería conocer el significado de la palabra oxímoron.
VII
Atiende a los detalles. El perfecto sibarita es detallista tanto en su comportamiento como en su apreciación de objetos y usos. Ese adjetivo bien puesto, ese chelo que suena bajo y sutil en la sinfonía, la señora que amasa con paciencia al lado del fogón de leña, la manera en que estrechó tu mano esa señorita, la ceja naranja en el horizonte al atardecer… Esas cosas poco perceptibles y aparentemente sin importancia aderezan los días del sibarita.
VIII
Sé cortés. No hay que confundir sibaritismo con soberbia, aunque muchos sibaritas lo sean. Pídele al camarero los huevos benedictinos como te gustan, y si no están bien hechos, vuélvele a explicar con cortesía. Hay que tener compasión: la salsa holandesa es un arte complejo. El perfecto sibarita está habitado por la bonhomía.
IX
Viaja. Conocer otros mundos amplía las perspectivas de comparación, alienta la búsqueda de más altos estándares en todo. Y que tus viajes sean unos cinco estrellas y otros mochileros. Si tienes dinero, puedes viajar mochilero con dinero, que es la mejor forma de conocer: los hoteles cinco estrellas de todo el mundo se parecen. El perfecto sibarita no conoce las ciudades desde un autobús con aire acondicionado y guía turístico. Nadie conoce una ciudad de esa forma.
X
No necesitas saber francés para ser un perfecto sibarita. Pero sí necesitas hablar bien, expresarte de manera adecuada y correcta. Un perfecto sibarita no puede tener mala ortografía. Un sibarita no dice ecsenario. Lee, y no solo la revista Summus ni la guía Michelin, aunque también. Un sibarita debería frecuentar verdaderos cultores de la bella prosa. Un Henry James, un Alejandro Rossi, un Borges, un Flaubert. Un Alberto Salcedo Ramos, para atender también el ámbito local, o un Darío Jaramillo Agudelo.
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