dijous, 24 de març del 2011

Libia, Charlie Wilson y un cuento.

Hoy he dejado este mensaje en El Tornaviaje, que comparto con vosotros.

Todo esto de Libia me recuerda a la peli protagonizada por Tom Hanks, "La guerra privada de Charlie Wilson", y con un gran Philip Seymour Hoffman como agente de la CIA, que fue nominado al Óscar por este papel. La película nos cuenta como el senador Charlie Wilson consigió dinero para los talibanes, con esta pasta ayudó a ganar la guerra a la URSS, años después los primeros asesinaron a miles de personas en Nueva York.


Philip Seymour Hoffman le cuenta a Tom Hanks este cuento.

Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la puerta de nuestro hombre diciéndole:


-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!


El hombre lo miró y le dijo:


-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Dios lo sabe.


Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:


-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y criar. ¡Qué buena suerte has tenido!


El hombre lo miró y le dijo:


-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Dios lo sabe.


Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:


-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tu eres ya viejo y sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.


El hombre, otra vez lo miró y dijo:


-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Dios lo sabe.


Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:


-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué buena suerte has tenido!


Otra vez el hombre lo miró diciendo:


-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Dios lo sabe.

Pues eso, no tengo ni idea de como terminará todo esto, pero seguro que pagan los pobres e indefensos y ganan los ricos y armados. La diferencia entre la historia y el deporte es que en el segundo algunas veces no ganan los más poderosos.