A nadie le regalan nada, y cuando hablo de de regalos me refiero al vacío. Todo tiene un precio, ahora y después. Este artículo que he encontrado en Avión de Papel nos sirve de ejemplo. Un genio como Dostoievski encontró puertas cerradas y decidió publicarse el mismo, pero era bueno, era genial, y eso le ha otorgado la memoria eterna del olvido humano.
Dostoievski se autopublicó
En un frío invierno de 1873, Fiódor Mijailovich Dostoievski ya era un reconocido escritor de la literatura zarista. De su pluma habían nacido novelas como “Crimen y castigo”, “El jugador” o “Memorias del subsuelo”. Ahora tocaba crear opinión y reflexionar sobre lo que estaba ocurriendo en aquella Rusia decimonónica.
Dostoievski comenzó así como director y articulista de la revista conservadora “El ciudadano”. Sin embargo, diferencias con el propietario de la publicación de San Petersburgo hicieron que, tres años más tarde, abandonara su puesto. Aunque no dejó de escribir y dar opinión política: decidió autopublicarse.
Si hubiese sido el siglo XXI, seguro que hubiera creado un blog, pero eran otros tiempos. Antes de parir su novela “Los hermanos Karamazov” (1879), el escritor ruso ya se autopublicaba en formato de cuadernillo mensual, financiado y escrito por él mismo. Nacieron así los “Diarios de un escritor”, un compendio vital no sólo para conocer su obra literaria, sino también su pensamiento político, que se extendió a 21 números.
“Diario de un escritor. Crónicas, artículos, crítica y apuntes” (Páginas de Espuma, 2010) reúne dichos artículos deslavazados. Un libro que nunca existió, como sugiere en el prólogo el responsable de la edición, Paul Viejo.
Ahora, dos siglos más tarde se publica este ingente libro de más de 1.600 páginas, en que se aglutinan textos autobiográficos, relatos, opiniones políticas o reflexiones sobre su obra literaria; pero, sobre todo, unos artículos donde Dostoievski plasmó su ideología y ciertas polémicas palabras belicistas.
Una muestra es el artículo en que el escritor ruso defendía la guerra como hecho histórico necesario para la sociedad. Dostoievski lo escribía en 1877. En ese año en el que Thomas Edison paría el fonógrafo, Edouard Monet pintaba “El suicidio” o León Tolstoi publicaba su novela maestra “Anna Karenina”, Dostoievski adoctrinaba a sus acólitos sobre la utilidad de la guerra.
“No siempre la guerra es un azote, a veces es la salvación”, titulaba Dostoievski en sus diarios autopublicados.
Eran años en que Rusia y Turquía (Imperio Otomano) emprendían un conflicto bélico - la denominada Guerra de Oriente- en el mapa revuelto de los pueblos balcánicos.
El escritor ruso narraba en estos cuadernillos la benevolencia de un enfrentamiento bélico, hecho histórico que veía como proceso con el que se conseguía “la tranquilidad internacional” y “ciertas relaciones normales entre las naciones”.
“Una paz prolongada siempre engendra crueldad, cobardía y un burdo egoísmo (…). En una paz prolongada sólo engordan los verdugos y los explotadores de pueblos”. La paz engendra riqueza, pero del 10% de las personas”, reflexionaba el autor ruso.
“La guerra es necesaria (…), es saludable, alivia a la humanidad”, escribía en los “Diarios de un escritor”, una colección articulista de larguísima lectura, aunque esencial para aquellos apasionados no sólo de la literatura de Dostoievski, sino también de su personalidad y opinión política.
Así, en este libro podremos también descubrir el viraje de un escritor que defendió posturas liberales contra el Zar hasta el punto de ser encarcelado en Siberia por ello, o al escritor pacifista que después del exilio le obligaron a ser soldado raso; pero también descubrir el cambio ideológico de un escritor ya reconocido, que viró hacia el conservadurismo y emprendió en estos “Diarios…” una feroz crítica contra el socialismo naciente en aquella Rusia zarista y prerrevolucionaria.
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