dijous, 21 de març del 2013

Propaganda Anticomunista


Gran artículo donde nos habla de las armas publicitarias que utilizaron los occidentales durante la Guerra Fría, aliñado con la crónica social de unos años donde la guerra era patrimonio de los espías e intereses de estado.  Publicado en Jot Down Magazine.
La propaganda anticomunista durante la Guerra Fría

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“Nuestro objetivo en la guerra fría no es conquistar o someter por la fuerza un territorio. Nuestro objetivo es más sutil, más penetrante, más completo. Estamos intentando, por medios pacíficos, que el mundo crea la verdad.(…) A los medios que vamos a emplear para extender esta verdad se les suele llamar ‘guerra psicológica’. Es la lucha por ganar las mentes y las voluntades de los hombres”.
Dwight D. Eisenhower, Presidente de los Estados Unidos 1953-1961.

“Se trataba de utilizar a cualquier hijo de puta siempre que fuera anticomunista”.
Harry Rositzke, antiguo colaborador de la CIA.

Las dos explosiones nucleares con las que concluyó la Segunda Guerra Mundial dejaron un mensaje muy claro: por increíble que pudiera parecer, una nueva guerra —esta vez entre las dos superpotencias surgidas del conflicto— sería mucho peor que la anterior. Europa había quedado completamente arrasada, pero seguía siendo un tablero en el que ganar cada posición de cualquier manera que evitase la confrontación abierta. Daba comienzo así la batalla de la propaganda entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Como dar cuenta de los movimientos de ambos bandos excedería cualquier extensión razonable, nos centraremos ahora en el lado de las democracias capitalistas. Para quien quiera hacerse una idea de las cosas al otro lado del telón de acero puede servirle este excelente artículo. Pero nos habíamos quedado en el fin de la Segunda Guerra Mundial. Con ella vino el reparto de Alemania entre las cuatro potencias vencedoras. Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos pronto agruparon sus territorios, cuya  oposición al sector soviético no dejaba de incrementarse día a día, dadas las diferentes ideas que tenían acerca del proceso de desnazificación y del sistema político y económico a aplicar. Simultáneamente, la creciente influencia de la URSS en los países de Europa del Este que había liberado del dominio nazi hacía pensar a los dirigentes occidentales en un efecto dominó, que haría caer a todo el continente bajo el control comunista. La reacción no tardó en llegar.

En 1947 la promulgación de la Ley de Seguridad Nacional da lugar a la CIA. La función de esta agencia (y de la posterior United States Information Agency, USIA, creada en 1953) era promover los intereses americanos en el extranjero —aunque también acabó haciéndolo en el territorio nacional, pese a incumplir sus estatutos— mediante, entre otras cosas, el suministro de “información”. Ese era el término usado, dado que el de “propaganda” había quedado fuertemente devaluado por el ministerio de Goebbels así llamado. Y al fin y al cabo la propaganda pierde efectividad si es reconocida como tal. El exagente de la CIA Philip Agree describía así los tipo de propaganda que elaboraban, la “blanca”, la “gris” y la “negra”:

La blanca se hace de manera abierta y declaradamente como proveniente de agencias gubernamentales de Estados Unidos, a saber, la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA); la gris es atribuida abiertamente a las personas u organizaciones no indicando al gobierno de Estados Unidos como responsable del material y que difunden esa información como si fuera propia; y la negra no se atribuye a ninguna fuente, o se atribuye a una fuente inexistente, o bien es materia falsa atribuida a una fuente real. La CIA es la única agencia del gobierno de los EE. UU. autorizada a participar en operaciones de propaganda negra, pero también comparte las responsabilidades de la propaganda gris de otras entidades, como la USIA, por ejemplo.

Terminar de leer el artículo en Jot Down Magazine.




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