dimarts, 31 de març del 2009

Numerología, ¿sólo casualidad?

Un ejemplo que hace años que rula por internet, la relación entre el 11 y el día que ha cambiado nuestra civilización, porque desde ese día el mundo no ha sido como antes. Ahora entrar en un aeropuerto se ha convertido en un pequeño 1984, los ordenadores están vigilados, los mails investigados... ¿Quién vigila al que vigila? John Nash, el protagonista de "Una Mente Maravillosa", cree que el mundo está regido por los números, tendrá su parte de razón, pero, ¿hasta que punto?


1) New York City tiene 11 letras.

2) Afghanistan tiene 11 letras.

3) Ramsin Yuseb (El terrorista que amenazó con destruir las Torres Gemelas en 1993) tiene 11 letras.

4) George W Bush tiene 11 letras.

5) New York es el estado numero 11.

6) El primer avión que se estrelló contra las Torres Gemelas fue el vuelo numero 11.

7) El vuelo numero 11 llevaba 92 pasajeros. 9 +2 = 11

8)El vuelo numero 77 también se estrelló contra las T Gemelas, y llevaba 65 pasajeros. 6+5 = 11
9) La tragedia sucedió el 11 de Septiembre, o mejor dicho 9/11. 9+1+1=11

10) El día es igual al numero de emergencia de la policía en Estados Unidos 911. 9+1+1=11.

11) El numero total de victimas dentro de todos lo aviones fue de 254. 2+5+4= 11.

12) El 11 de Septiembre es el día 254 del calendario. Otra vez 2+5+4=11.

13) Las explosiones de Madrid sucedieron el día 3/11/2004. 3+1+1+2+4= 11.

14) La tragedia de Madrid sucedió 911 días después del incidente de las Torres Gemelas 9+1+1=11.

Uno de los símbolos mas reconocidos de Estados Unidos, después de las Estrellas y las Barras, es el Águila. La siguiente estrofa ha sido sacada del Quoran, el libro sagrado Islamita 'Por que se ha escrito que el hijo de Arabia despertará a una terrible Aguila. La fuerza del Águila se sentirá por todas las tierras de Allah, mientras algunas personas temblarán en desesperación pero en el fondo se alegrarán: por que la fuerza del Aguila limpiará las tierras de Allah y abrá paz .' Ésa estrofa es la numero 9.11 del Quoran.

Para terminar el juego con Microsoft Word, curioso.

Abre el Microsoft Word y haz lo siguiente:

1. Escribe en mayúscula Q33 NY. Éste es el numero de vuelo del primer avión que se estrelló contra las Torres Gemelas.

2. Sombrea el Q33 NY. 3.

Cambia el tamaño a 48.

4. Cambia la letra a WINGDINGS.

dijous, 26 de març del 2009

Perro, chica y niños

Unos cuantos videos divertidos que ha mandado mi amigo Ricard.
El primero de un perro y un niño, muy tierno.
El segundo de un hombre que se cree mucho más atractivo de lo que és.
El tercero de unos niños inteligentes.

dimarts, 24 de març del 2009

ACDC y la crisis económica

Os dejo este artículo de una gran página de economía que rula por la red, Euribor.


Nos guste o no, el mundo económico está dominado por hombres, así que puestos a investigar profundamente la crisis deberíamos ser más primarios y empezar por lo que mueve a los varones: las mujeres, los coches, el fútbol, la comida y el Rock and Roll (las drogas no las meto ya que forman parte de la economía sumergida).

Empezaremos con el fútbol y la maldición de los patrocinios deportivos, porque esto viene de largo. En España basta con que miremos las cotizaciones de Fadesa, antiguo patrocinador del Depor o incluso del BBVA, patrocinador de la liga, para ver que algo no funciona. En la premiere league, se trata de un auténtico drama, con la caída de gigantes como AIG o Northern Rock o incluso la inmobiliaria española Llanera, que también se metió en estos embolados.

Ya no se trata de que los jugadores no sientan los colores. Con esto de la crisis económica global, ahora, los futbolistas han dejado de sentir los esponsors. Es lo que pasa al menos en la pujante Premier League, en la que una maldición llamada desaceleración ha provocado la caída en cadena de los patrocinadores de varios clubes de la Liga más importante del mundo. Y a la cabeza de todos ellos, el equipo más rico del planeta, el Manchester United, actual campeón de la Champions League.

Si a los deportes le juntamos los coches tampoco nos ha ido bien. Basta con mirar el valor en bolsa del sponsor de Hamilton (Banco de Santander) o el de Alonso (ING). Y si miramos la cifra de ventas de automóviles, directamente nos echamos a llorar. En este sector podemos ver estos días la completa distorsión entre la economía real y la bursátil, el más claro ejemplo es el de las acciones de VW que están metidos en un proceso especulativo muy fuerte, por ejemplo ayer llegaron a subir un 200% convirtiéndola posiblemente, en la compañía más sobrevalorada de toda Europa.

En cuanto a lo gastronómico, tenemos a Domino´s Pizza que en Inglaterra han incrementado un 18% sus ingresos, debido a que la gente prefiere cenar en casa antes que ir a un restaurante.
Si de mujeres hablamos, tenemos el habitual incremento en tiempos de crisis de la venta de pintalabios.

“Parece que si hay crisis y los tipos de interés son altos, se puede dejar de comprar coches o casas, mientras la venta de cosméticos no sufre tanto, ya que es un capricho que sigue estando al alcance de todos y que puede compensar otros sacrificios”, comentó el presidente de L’Oréal España, Luís del Valle, quien puntualizó que esto no quiere decir que en estos periodos se venda más, ya que el mayor aumento de venta está ligado a otros factores como la distribución o la inversión publicitaria.

Pero lo realmente preocupante viene con el Rock and Roll y es que la última vez que los AC/DC fueron número 1 en Inglaterra (como ahora) fue hace 28 años, en el comienzo de la última recesión inglesa. Veamos la “influencia” del grupo australiano en la economía de las islas. Corto, pego y traduzco de este artículo de "The Guardian."

Highway to Hell Británico

1973 - Se forma AC/DC.
Economia: Comienzo de la crisis del petróleo cuyo precio se cuadruplicó.

1980 - AC/DC lanza su exitoso álbum Back In Black
Economía: La inflación en UK alcanza el 20% y el desempleo a 2 millones de personas.

1990 - AC/DC vuelven al éxito con The Razor’s Edge
Economía: Recesión en UK.

2008: AC/DC reconquista el número 1
Economía: La mayor recesión mundial en década.

Quizás buscamos compensar la falta de ánimo y fuerzas que nos da la situación económica actual en la fuerza de esta banda de puro Rock and Roll.

Como véis, en se está fraguando una leyenda para aquellos que sean supersticiosos, pero lo cierto es que pese a que tenemos una imagen muy seria de los economistas, suelen ser amantes de las estadísticas de este estilo y si no, pregúntenle a algún broker si tiene o no un miedo irracional al mes de Octubre y concretamente al vigésimo octavo día del séptimo mes del calendario hebreo (que coincidió con el crack del 29 y del 87).

De momento, creo que sólo deberíamos ser supersticiosos a una cosa llamada “tendencia” y de momento, todos los días son Martes y 13.

dijous, 19 de març del 2009

Crítica de "Los abrazos rotos"

Os dejo un par de críticas de la nueva película de Almodovar. Una misma película y dos visiones distintas. Una crítica es de Carlos Boyero en El País y la otra de Bonet en La Vanguardia.

¿Qué he hecho yo para merecer esto? Carlos Boyero para El País.

Con nula perspicacia e irremediable antipatía pensé ante los primeros largometrajes de Pedro Almodóvar, tan celebrados entonces y añorados ahora por tantos espectadores que se declaraban seducidos por la frescura, la irreverencia, la modernidad, el humor, el posibilismo, la originalidad y el estilo del gurú de aquella cueva de impostura con pretensiones artísticas y lúdicas denominada movida, que la pasión que despertaba su cine entre la vanguardia obedecía a esa cosa tan provisional y epidérmica llamada moda, que sus hilarantes chapuzas fílmicas retratando a una fauna estratégicamente pintoresca y autoconvencida de que los tiempos estaban cambiando serían flor de un día.

Prejuicioso y maniqueo, me costó admitir ante la magnífica ¿Qué he hecho yo para merecer esto? que este hombre estaba dotado de un notable talento expresivo, una pasmosa facilidad para introducir el surrealismo en personajes y situaciones cotidianas, para reproducir con tanta gracia como desgarro la realidad, para plasmar el argot de la calle y el ritmo de la vida, para crear una tipología de seres humanos y de historias tragicómicas con el sello de su universo.

También era evidente que su certidumbre de que era un artista estaba afianzada, que su lenguaje, su tono y sus obsesiones conectaban con una masa notable, con la élite y con los intelectuales, los snobs y los experimentalistas, el diseño y las tendencias. Igualmente desarrolló, como Warhol y Dalí, un sentido impresionante de la autopromoción, de vender inmejorablemente y a nivel internacional hasta el mínimo suspiro que exhala su irresistible personalidad.

Consecuentemente, su cine jamás ha conocido el fracaso comercial, el público se siente en el placer o en la obligación de pasar por la taquilla, independientemente de que salten en estado orgásmico o echando espuma por la boca, su prestigio es absoluto en cualquier lugar del mundo supuestamente civilizado, rodeado de halagos y de esa atención masiva que él sabe crear y que pueden elevar el narcisismo a límites de frenopático, trascendente y progresivamente barroco, consciente hasta la náusea de que cualquier cosa que lleve su firma es un acontecimiento cultural y sociológico.

Y en ese prolífico e hiperpublicitado camino hay aciertos espectaculares como los de esa comedia modélica titulada Mujeres al borde de un ataque de nervios o el sentimiento en carne viva de Átame, momentos y secuencias en las que la inteligencia, la sensibilidad, la audacia, el sentido crítico y la mordacidad de este hombre alcanzan el esplendor en la hierba. Y también bastantes y enfáticos disparates, pretenciosas reflexiones, cine tan hinchado como hueco, vampirismo estratégico de todo lo que su olfato intuya que está de moda en el mercado artístico, tormentos y emociones de plástico aunque pretendan ir lujosamente vestidas, control absoluto en la gestación y el lanzamiento de sus criaturas, la molesta sensación de que hay demasiado cálculo en su permanente ambición de crear arte trascendente. Hablo en primera persona, por supuesto. La expectación que desata su cine, los infinitos premios, el boato que rodea a su obra, la condición que le adjudican de cineasta profundo e inimitable pueden rebatir en cantidad y calidad mis innegociables opiniones respecto a este frecuente y magistral vendedor de humo.

Y a veces te sorprende gratamente. Después de aquella insufrible, cursi y seudolírica oda al violador enamorado en Hable con ella y del retorcimiento espeso y sin gracia de los traumas y los fantasmas de infancia en la grotesca La mala educación, Almodovar habló con brillantez, complejidad, fluidez, dramatismo, encanto, de seres y sentimientos que conoce en la espléndida Volver.

Y en función de su anterior película, me asomo a Los abrazos rotos con esperanza, intentando no volverme majara con el alud promocional que están montando el genio de La Mancha y su oscarizada musa, con la certeza de que me voy a encontrar el careto de ambos hasta en la sopa. Se supone que es un intenso tratado sobre la pasión, la pérdida, el recuerdo y la supervivencia. Hay un guionista ciego que alguna vez vio y fue director de cine. Su dolor parece resignado. Le cuidan una eficiente señora y su discotequero hijo. Inicialmente no te provocan demasiado interés, aunque deduces que hay pasado borrascoso, misterios por aclarar, que Godot va a aparecer. La temperatura emocional es tibia, ni lo que dicen ni lo que hacen presagian que el pasado de esta gente te vaya a remover.

Y aparece la femme fatale. Se lía con un tiburón que para no perderla pretende consumar los sueños de ella, hacerla estrella de cine con un director de primera clase. Pero llega el amor en medio del arte, y los cuernos y la atroz venganza del despechado e implacable villano. Y sigo como un témpano, no dando crédito a los forzados diálogos que escucho, sin que me salpique lo más mínimo el supuesto volcán que está acorralando a los amantes, ni las doloridas y metafísicas reflexiones sobre las heridas irreparables del creador cuando manipulan y alteran el montaje de esa obra amada en la que ha volcado su alma.

Hay infinitas referencias y homenajes a varios clásicos del cine para que captemos el compartido y penetrante mensaje sobre la creatividad que plantean Almodóvar y sus colegas del alma. Y los sentimientos pretenden estar en carne viva, pero como si ves llover. Y lo que observas y lo que oyes te suena a satisfecho onanismo mental. Y no te crees nada, aunque el envoltorio del vacío intente ser solemne y de diseño. Y los intérpretes están inanes o lamentables. La única sensación que permanece de principio a fin es la del tedio. Y dices: todo esto, ¿para qué?


Ruptura Almodovariana. Lluís Bonet Mojica para La Vanguardia

Que los grandes cineastas suelen filmar siempre la misma película, pero aguardamos de ellos que la filmen cada vez mejor, constituye a estas alturas una obviedad. En Los abrazos rotos,Almodóvar quiere evadirse, hasta cierto punto, del que había sido su incuestionable sello artístico: una astuta, irresistible, a veces privilegiada combinación de comedia y melodrama. Siempre con frecuentes raptos surrealistas que trazaban una frontera terriblemente ambigua entre esperpento y melodrama.

El protagonista masculino de Los abrazos rotos,Mateo Blanco (Lluís Homar), tiene serios problemas de identidad. Quiere ser otro, e incluso optará por cambiar de nombre. Se transforma en Harry Caine (no en Harry Lime, que podía ser peor), y ejerce de guionista. Antes fue director de cine; ahora sólo puede escribir películas, imaginarlas, porque está sumido en la ceguera. Un severo castigo para alguien que vivía de y por las imágenes creadas, ahora sólo soñadas. Hay otro elemento en la soledad de este contador de historias: los amores rotos (otro título válido) con Lena (Penélope Cruz), amante de un redomado cínico y buitre que financia una película que ha de convertirla en estrella.

La cinefilia del autor vuelve a reflejarse aquí con imágenes de Ingrid Bergman y George Sanders pertenecientes a Te querré siempre (Viaggio in Italia,1954), una de las obras mayores del maestro de maestros, es decir, de Roberto Rossellini. Pero, más que Ingrid Bergman, Lena/ Penélope Cruz recuerda en muchos momentos - por su peinado-a Audrey Hepburn, otro icono.

Los abrazos rotos supone una ruptura almodovariana que puede desconcertar al público que aguarde otra vuelta de tuerca al estilo de Volver.Aquí se percibe un cambio de registro respecto a su cine anterior. Lo cual puede ser bueno para el futuro, pero algo desconcertante para ciertos espectadores. En este ejercicio - no siempre logrado, cabe decirlo-de cine dentro del cine, sólo encontrarán al Almodóvar previsible en la secuencia de la falsa película que se incluye al final, titulada Chicas y maletas.Un remake de Mujeres al borde de un ataque de nervios.

dimarts, 17 de març del 2009

No me arrepiento de nada

La declaración de principios de una mujer de hermosa voz y demasiados problemas, Edith Piaf, cantante francesa que marcó una época. Os dejo el video de "Non, je ne regrette rien", firmado por la actriz que se llevó el Óscar interpretando esta voz genial.






dijous, 12 de març del 2009

Crisis (9): El pánico seguirá

El 9 de Xavier Sala i Martín, bastante interesante, la crisis va evolucionando, no es la misma del año 2008, cuando el gobierno la negaba, ni es la misma que nos espera a final de este año. Debemos aprender para no cometer los mismos errores.

Cuando se discutía el plan de estímulo económico de EE. UU. la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi (demócrata), publicó un escalofriante gráfico que mostraba una caída del empleo muy superior a la de las dos últimas recesiones (1990 y 2001). Gráfico en mano, la señora auguró una nueva gran depresión si no se votaba su plan de estímulo. Y el plan se aprobó.

Realmente el gráfico de Pelosi era alarmante. Pero no porque demostraba que estamos ante una crisis sin precedentes, sino por ser un ejemplo de manipulación política sin escrúpulos (comparable a aquellos gráficos que enseñaba Zapatero en sus debates con Rajoy que "demostraban" que, en febrero del 2008, ¡en España no había crisis!). La manipulación de Pelosi consistía en ignorar y esconder el hecho de que durante el siglo XX ha habido otras recesiones peores que las relativamente benignas de 1990 y el 2001.

Si se hace la comparación con todas ellas, se ve que la pérdida de empleo actual es grande, pero no extravagante: similar a la 1981, un poco mejor que la de 1974 y, de momento, no tiene nada que ver con la gran depresión de los años 30. ¡Sí! Estados Unidos ha perdido casi cuatro millones de puestos de trabajo en los últimos meses. La cosa no va nada bien. Pero no hay que olvidar que estamos hablando de un país que tiene unos 133 millones de trabajadores (hemos pasado de 137 cuando empezó la crisis, a 133 millones en febrero del 2009). Para que la actual crisis fuera comparable con la gran depresión, se deberían perder no 4 sino 35 millones de empleos. De momento, eso queda muy lejos.

¿Quiere decir que es imposible que llegue una depresión? De ninguna manera. El profesor Robert Barro, de la Universidad de Harvard, acaba de publicar un estudio que compara episodios de crisis a lo largo de la historia y de la geografía mundial y demuestra que, cuando las crisis económicas van acompañadas de colapsos de la bolsa, la probabilidad de que haya una depresión aumenta. Barro estima que la probabilidad de que la actual crisis se convierta en gran depresión es del 20%.

En el artículo "Crisis (2): 1929", publicado aquí el 17/ X/ 2008, decía yo que la crisis del 2008 tenía algunos aspectos similares a la de los años 30 (el más similar era, precisamente, la caída de la bolsa), pero también muchas diferencias. El problema es que algunas de estas están empezando a desaparecer, por lo que la posibilidad de depresión está aumentando. Por ejemplo, desde entonces una preocupante ola proteccionista, similar a la que causó la gran crisis de 1929, está invadiendo el planeta.

Otra diferencia entre 1929 y el 2009 es que han pasado 80 años y hemos acumulado experiencias y conocimientos económicos. Lamentablemente, nuestros líderes parecen estar haciendo caso omiso de todo lo aprendido. Por ejemplo, a lo largo de las últimas décadas, los economistas han demostrado que era bueno que las políticas económicas siguieran "reglas" y no fueran dejadas a la "discreción" de políticos en estado de pánico. Claramente, este principio se ha abandonado.

Segundo ejemplo, si los instrumentos de política económica utilizados son "inestables", se crea todavía más inestabilidad. Es decir, es bueno que los tipos de interés bajen cuando hay crisis. Pero si bajan demasiado, se crean burbujas financieras que dan lugar a crisis todavía mayores (en parte, la crisis actual es consecuencia de la política de intereses bajos llevada a cabo por Greenspan para salir de la recesión del 2001). Es bueno que el gasto público y el déficit fiscal suban cuando hay crisis, pero si se disparan hasta límites insostenibles, acaban desestabilizando la economía. Principio también abandonado.

Tercer ejemplo, las políticas económicas deben ser "sostenibles". El déficit fiscal de Obama es mayor que la suma de todos los déficits de todos los presidentes de la historia, desde George Washington hasta George W. Bush. Eso está creando tal incertidumbre que los mercados de seguros financieros (credit default swaps)ya empiezan a señalar que la probabilidad de que el Gobierno norteamericano no pueda hacer frente al pago de intereses en los próximos cinco años ha pasado del 0% histórico a más del 6% en la actualidad. ¿Se imaginan la catástrofe económica global que significaría que el Gobierno estadounidense - en la actualidad, la única entidad en la que los inversores de todo el mundo confían a la hora de invertir-se comportara como una república bananera y no pudiera pagar sus deudas?

Finalmente, hemos aprendido que la confianza es importante. En la actualidad hay dos razones que llevan a la gente a no gastar. La primera, la falta de crédito derivada del colapso del sistema financiero. La segunda, y quizá más importante, la falta de confianza en el futuro: las familias no consumen porque tienen miedo a perder el empleo y las empresas no invierten porque tienen miedo a no vender. Y aquí es donde los líderes políticos, como Nancy Pelosi, tienen un papel importante: su burdo intento de infundir miedo entre los electores para conseguir su mezquino objetivo político es extraordinariamente irresponsable, porque hace cundir el pánico y eso agrava la situación. Claro que, si bien no es bueno que los políticos se pasen por exceso, tampoco lo es que se pasen por defecto. Solbes y Zapatero también perjudican la economía con su falso optimismo de predicciones sistemáticamente fallidas y diagnósticos flagrantemente equivocados.

Los líderes deben liderar de manera creíble, equilibrada y responsable. Mientras no lo consigan, el pánico seguirá.

dimarts, 10 de març del 2009

El Cuervo de Poe

Os dejo el poema "El Cuervo" de Edgar Allan Poe, con la introducción de Juan Ignacio Alonso, editor de Grand Guignol Ediciones.

La poesía más célebre de Poe es El cuervo, publicada en el Evening Mirror de nueva York , con un éxito extraordinario que llevó al autor a emprender un gira de recitales poéticos iniciada en la New York Historical Society. Al parecer, según sus biografos, Poe era un magnífico declamador con gran dominio de la puesta en escena, a lo que ayudaba no poco su aspecto físico de aire melancólico y atormentado. Causaba furor en los salones elegantes, sobre todo entre las damas. El cuervo, ambientado en una medianoche taciturna y tormentosa, en la que el poeta, sumido en la evocación de su amada Leonor, muerta en plena juventud, recibe la visita de la enigmática ave que repite incansable la palabra “nevermore”, era el poema perfecto para subyugar a un auditorio femenino.
El cuervo fue traducido al francés por Baudelaire en prosa poética, para evitar que la necesidad de respetar la rima forzara el uso de palabras distintas a las literales del original, y posteriormente por Mallarmé, con mayor acierto al decir de los críticos. El proceso de composición del poema fue descrito por el propio Poe en su Filosofía de la composición, donde se comprueba que distaba mucho de la espontaneidad; por el contrario se caracteriza por el trabajo minucoso del escritor en busca del efecto que desea producir en los lectores, basado en la musicalidad del verso y apoyado en la reiteración de la palabra “nevermore”, que remata las estrofas. Un poema, en definitiva, pensado más para ser recitado que leído. Como escribió Baudelaire en su breve ensayo sobre Edgar Allan Poe: “El ritmo es necesario para el desarrollo de la idea de belleza: el fin más alto y noble del poema”.


I
En una noche pavorosa, inquieto
releía un vetusto mamotreto
cuando creí escuchar
un extraño ruido, de repente
como si alguien tocase suavementea mi puerta: «Visita impertinente
es, dije y nada más » .

II
¡Ah! me acuerdo muy bien; era en invierno
e impaciente medía el tiempo eterno
cansado de buscar
en los libros la calma bienhechora
al dolor de mi muerta Leonora
que habita con los ángeles ahora
¡para siempre jamás!

III
Sentí el sedeño y crujidor y elástico
rozar de las cortinas, un fantástico
terror, como jamás
sentido había y quise aquel ruido
explicando, mi espíritu oprimido
calmar por fin: «Un viajero perdido
es, dije y nada más ».

IV
Ya sintiendo más calma: «Caballero
exclamé, o dama, suplicaros quiero
os sirváis excusar
mas mi atención no estaba bien despierta
y fue vuestra llamada tan incierta…»
Abrí entonces de par en par la puerta:
tinieblas nada más.

V
Miro al espacio, exploro la tiniebla
y siento entonces que mi mente puebla
turba de ideas cual
ningún otro mortal las tuvo antes
y escucho con oídos anhelantes
«Leonora » unas voces susurrantes
murmurar nada más.

VI
Vuelvo a mi estancia con pavor secreto
y a escuchar torno pálido e inquieto
más fuerte golpear;
«algo, me digo, toca en mi ventana,
comprender quiero la señal arcana
y calmar esta angustia sobrehumana »:
¡el viento y nada más!

VII
Y la ventana abrí: revolcando
vi entonces un cuervo venerando
como ave de otra edad;
sin mayor ceremonia entró en mis salas
con gesto señorial y negras alas
y sobre un busto, en el dintel, de Palas
posóse y nada más.

VIII
Miro al pájaro negro, sonriente
ante su grave y serio continente
y le comienzo a hablar,
no sin un dejo de intención irónica:
«Oh cuervo, oh venerable ave anacrónica,
¿cuál es tu nombre en la región plutónica? »
Dijo el cuervo: «Jamás ».
IXEn este caso al par grotesco y raromaravilléme al escuchar tan clarotal nombre pronunciary debo confesar que sentí sustopues ante nadie, creo, tuvo el gustode un cuervo ver, posado sobre un bustocon tal nombre: «Jamás ».

X
Cual si hubiese vertido en ese acento
el alma, calló el ave y ni un momento
las plumas movió ya,
«otros de mí han huido y se me alcanza
que él partirá mañana sin tardanza
como me ha abandonado la esperanza »;
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XI
Una respuesta al escuchar tan neta
me dije, no sin inquietud secreta,
«Es esto nada más.
Cuanto aprendió de un amo infortunado,
a quien tenaz ha perseguido el hado
y por solo estribillo ha conservado
¡ese jamás, jamás! »

XII
Rodé mi asiento hasta quedar enfrente
de la puerta, del busto y del vidente
cuervo y entonces ya
reclinado en la blanda sedería
en ensueños fantásticos me hundía,
pensando siempre que decir querría
aquel jamás, jamás.

XIII
Largo tiempo quedéme así en reposo
aquel extraño pájaro ominoso
mirando sin cesar,ocupaba el diván de terciopelo
juntos nos sentamos y en mi duelo
pensaba que Ella, nunca en este suelo
lo ocuparía más.

XIV
Entonces parecióme el aire denso
con el aroma de quemado incienso
de un invisible altar;
y escucho voces repetir fervientes:
«Olvida a Leonor, bebe el nepenthes
bebe el olvido en sus letales fuentes »;
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XV«
Profeta, dije, augur de otras edades
que arrojaron las negras tempestades
aquí para mi mal,
huésped de esta morada de tristura,
dí, fosco engendro de la noche oscura,
si un bálsamo habrá al fin a mi amargura »:
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XVI
«Profeta, dije, o diablo, infausto cuervo
por Dios, por mí, por mi dolor acerbo,
por tu poder fatal
dime si alguna vez a Leonora
volveré a ver en la eternal aurora
donde feliz con los querubes mora »;
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XVII
«Sea tal palabra la postrera
retorna a la plutónica rivera,»
grité: «¡No vuelvas más,
no dejes ni una huella, ni una pluma
y mi espíritu envuelto en densa bruma
libra por fin el peso que le abruma! »
dijo el cuervo: «¡Jamás! »

XVIII
Y el cuervo inmóvil, fúnebre y adusto
sigue siempre de Palas sobre el busto
y bajo mi fanal,
proyecta mancha lúgubre en la alfombra
y su mirada de demonio asombra…
¡Ay! ¿Mi alma enlutada de su sombra
se librará? ¡Jamás!

dijous, 5 de març del 2009

Periodistas Forofos

Os dejo este artículo de Joan Golobart, que publicó en La Vanguardia, con el mismo título, "Periodistas Forofos." Creo que es aplicable tanto al fútbol como al resto de los deportes, y aquí habla del Barça i del Espanyol, pero podría estar hablando de otros equipos. Estamos perdiendo el espiritu del deporte, parece que sólo importa la victoria o la derrota, si se gana somos los mejores, si se pierde somos mejores pero no hemos hecho bien las cosas. "Humilde en la victoria y caballero en la derrota", parece que muy pocos lo recuerdan.

Tras coincidir en una tertulia radiofónica, le manifesté a Dagoberto Escorcia mi interés por escribir en La Vanguardia.Ante su inmediata e ilusionante respuesta, le indiqué que quería abarcar todos aquellos temas que se pudieran relacionar con el deporte. Cualquier análisis de los partidos que no se refiriera a lo estándar me podía interesar, pero sobre todo me atraía intentar transmitir lo compleja que puede ser cualquier actividad deportiva, qué aspectos son los que te llevan a la excelencia, qué detalles te hacen fracasar. Por encima de todo, los valores que deben acompañar al deporte.

Desde esta filosofía de vida, buena parte del mundo del periodismo me ha decepcionado profundamente durante toda esta semana con esos análisis peyorativos, rencorosos y humillantes que han hecho respecto a la victoria perica en el derbi. No corresponden de ninguna manera a alguien que quiere ejercer esa profesión, no corresponden en absoluto a nadie que ame el mundo del deporte y desde luego se alejan totalmente de sus valores.

Uno de los valores primordiales del deporte es saber perder. La derrota forma parte de nuestra vida. Todos sabemos que muchas veces nuestros avances personales y las máximas satisfacciones aparecen después de fracasos inesperados. Es el momento de levantarse y volver a empezar. Pero ese levantarse, si queremos que sea efectivo, conlleva una condición: alejarse de las excusas del mal perdedor. No hacerlo supone no haber entendido nada de lo que es el deporte, por lo que te conviertes simplemente en una persona que compite y probablemente vuelva a caer en el mismo error.

Silvia Giao, en su formidable artículo "Saber ganar y saber perder", escribe: "Otros no admiten que la causa de la derrota sea una equivocación suya o de su equipo, una falta de esfuerzo o que el otro sea mejor. Buscan alguna excusa que justifique esa situación o culpan a alguien de lo que ha pasado y pillan un enfado un tanto desproporcionado". Muchos podrían pensar que se refiere a buena parte del periodismo deportivo catalán. Pues no es así; se refiere a los niños.

Curiosamente, de un tiempo a esta parte recibo peticiones para asistir a charlas que intenten transmitir a los padres, madres y niños cuáles son los valores que deben transmitirse a través del deporte. Es más, esas peticiones vienen en ocasiones desde el mundo del periodismo con la ambición de construir una Catalunya más sostenida en los valores. ¿Pero qué sentido tiene todo eso si después de una derrota, una simple derrota en un partido de fútbol, quienes se apartan radicalmente de esos valores son los periodistas?

El pasado sábado el Espanyol y el Barcelona dirimieron una batalla para dos guerras diferentes. El Espanyol ganó la batalla de una guerra que tiene complicada y el Barcelona la perdió, pero tiene la guerra casi en sus manos. La responsabilidad de cualquier equipo es conseguir en las circunstancias del momento el mejor nivel personal. Si se consigue, se obtiene el éxito, y eso, simplemente eso, es lo que hizo el Espanyol, y en cambio el Barcelona no lo consiguió. ¿Tanto cuesta aceptarlo? La retahíla de excusas ha sido larguísima: árbitro, tarjetas, exageración en las lesiones de los pericos, interrupciones constantes... Ninguno de los periodistas forofos ha hablado del orden, el sacrificio, la solidaridad, la paciencia, la ambición de que con 0-1 se presiona al portero rival dentro de su propia área. Nada, eso no vale nada.

Recuerdo una promoción frente al Mallorca. Tuve la fortuna de marcar el gol de la victoria en casa y la mala suerte de que me anularan el 0-1 en la vuelta. Bajó el Espanyol y lo primero que hice, a pesar del dolor que me invadía, fue felicitar y estrechar la mano de Lorenzo Serra Ferrer. Fracasé como futbolista, es cierto, pero fui digno como persona. Esa ha sido la educación que recibí de mis padres. Puede que sí, que simplemente sea un problema de educación.

dimarts, 3 de març del 2009

Ganámos 4 a 3 al mejor equipo del Universo.

No he podido resistirme a escribir este post, por un partido importante que ganamos al año, me recuerda al Barça de los 70 y 80 que se conformaba con ganar al Madrid, alguna Liga y muchas Copas del Rey, como ha cambiado todo. Supongo que soy del Atlético porque me recuerda al Barça de mi infancia -viviendo en el Priorat era difícil tener otro equipo-. Ganamos 4 a 3, remontando dos veces el partido, increible pero cierto. Os dejo la crónica de Carlos Fuentes, un maestro en esto de la literatura y deporte.


Y, de repente, el orgullo

Cuando menos los esperábamos propios y extraños, cuando más difícil y menos probable parecía, cuando pocos confiaban (o confiábamos) en algo así, el Atleti jugó un buen partido de fútbol, ganó al líder por ganas y rabia y nos hizo a todos pensar que el Atleti de antes había pasado por donde antes pasaba casi todas las semanas. Porque lo de ayer, no me lo negarán, fue muy del Atleti, del Atleti de verdad, del nuestro.

Resulta dolorosamente paradójico que el partido de ayer, que estaba llamado a ser un partido para disfrutar y pasar un buen rato y hablar mucho y bien de lo visto y del futuro, fuese un día de dolor para la familia de un chaval de nueve años que perdió la vida de manera absurda cuando hacía lo que tantos hemos hecho a su edad: jugar al fútbol. Resulta también paradójico que ayer, el día en el que Atleti y Barça empezaron el partido con un minuto de silencio de esos que a uno le hielan el corazón, uno conociera en persona y diera la mano al que fue uno de sus ídolos futbolísticos cuando contaba precisamente nueve años de edad y estrenaba su primera camiseta rojiblanca de algodón y cuello redondo: Leivinha. Resulta también paradójico, pero justo, que en medio de la alegría de ayer uno no pueda dejar de pensar en el mal rato de una familia por la que a uno le gustaría hacer algo sin saber muy bien el qué, ni si puede, ni casi si debe.

Porque tras la muerte de Diego Alcalá, el alevín del Atleti, uno se pregunta si hay algo que pueda hacer para aliviar el dolor de sus padres y tras reflexionar un poco llega a la conclusión de que no. Pero quizás por llevar ese chaval la camiseta que muchos también llevamos a su edad, la camiseta que nos gustaría que lleven nuestros niños cuando tengan nueve años, uno siente que debe intentar hacer algo. Y así, cuando ve que no lo consigue, la sensación de impotencia es enorme aunque no lo suficientemente grande como para borrar estos dos párrafos y hacer como si nada hubiera pasado. Y es que, quizás por llevar esa camiseta y verse uno identificado en sus propias fotos de infancia, uno siente más cerca estas cosas y se ve más involucrado en algo que no puede evitar, ni aliviar, ni si quiera casi comprender. Así que, sintiendo de antemano la torpeza por no saber ayudar, nuestro abrazo a la familia del chaval y nuestras disculpas por no poder ser un mejor apoyo.

Ayer, domingo uno de marzo de dos mil nueve, cincuenta mil tipos vivieron entre más frío del que esperaban una noche de esas que no se olvidan. No se ganó un título ni se batió el record de goles ni salió ningún jugador a hombros, como Mendoça, pero el estadio Vicente Calderón volvió a ser lo que no debería dejar de ser: un lugar en el que se juega al fútbol, se ven prodigios, se rompe la lógica, se abraza uno con desconocidos y le queda claro a todo el mundo por qué somos del Atleti y no podríamos ser de ningún otro equipo. Ahí queda eso.

Ayer, día en el que el Atleti se jugaba el descolgarse casi definitivamente de la lucha por entrar al menos en puestos de Champions ante un equipo que últimamente gana con demasiada facilidad a los nuestros, muchos atléticos de pro no fueron al campo. Me quedo en casa, dijeron, visto lo del martes no tengo ganas de acudir a una masacre. Además hace frío, más frío del que parece y casi mejor nos quedamos en casita, así, tranquilos. Otros fueron de mala gana y cuando les preguntaban sus compañeros de fatigas qué, hoy qué, se encogían de hombros y decían pues ná, qué te voy yo a decir, hoy ná, ná de ná. Así, a pesar del buen ambiente y de las ganas de ver el partido, la grada del Calderón estaba llena pero no a reventar. No había sitios libres pero sí se podía instalar uno con comodidad en la grada sin aquello de mire, es que hoy he venido con el chaval, si no le importa se pone Vd allí. No, si yo me pongo, pero si luego llega el dueño de la entrada correspondiente a ver qué hago yo. No se preocupe, póngase aquí que mi vecino hoy no viene, que está desesperado con el equipo y se ha ido al cine a ver esa de quiero ser millonario que ha ganado los oscars. Ah muy bien, pues muy amable, póngase Vd ahí con el chaval entonces y yo me siento aqui, muchas gracias, hay que ver qué sucio está esto, y eso que dice el presidente que es un maniático de la limpieza, ¿maniático de la limpieza?, BAH.

- Pues hace más frío del que parecía
- Eso ya lo ha dicho Vd varias veces, oiga
- Pues sí.

A las siete en punto salió el Atleti al campo y también lo hizo el Barça, vestido como un equipo que no parecía el Barça pero resultó que sí que era. A las siete y un minuto se hizo el silencio y todos pensamos, durante algo menos de un minuto, en un chaval y en su familia y en que qué cosas tiene la vida, como para ir preocupándonos de tonterías. A las siete y dos minutos volvió el ruido y el follón y muchos pensaron que si ese minuto había valido al menos para que esa familia se viera mínimamente aliviada, ya el resultado importaba más bien poco.

Así que empezó el partido y la noticia fue que había salido el Atleti. El Atleti sale siempre, dice uno por el fondo, de hecho Vd lo dice en cada crónica y nos cansa con esa tontuna. Así es, pero es que ayer salió el Atleti de verdad. Salió el Atleti que conocíamos, el equipo que jugaba en casa cada quince días y al que seguíamos por la radio entre medias, sin peiperviú ni zarandajas de esas. Salió el Atleti peleón y orgulloso, el equipo que tenía claro que su estadio era su castillo y que de ahí no salía nadie con un punto si no era sudando sangre. Salió el Atleti y al minuto de salir pudo marcar Agüero, quien falló una ocasión aparentemente fácil que acabó en un lateral de la red y con la grada del lateral opuesto gritando gol cuando no lo era, que es algo que da mucha risa cuando le pasa al rival y mucha vergüenza cuando le pasa a uno mismo.

Salió el Atleti con ganas ya de inicio, con Agüero más adelantado y Forlán haciendo de diez, entre Simao y Maxi. De diez, de siete y de once, según las fases y las necesidades del partido. Y de nueve cuando Agüero no podía sólo, y si no hizo de Indy en la foto fue porque le da grima ese traje apolillado y esa cola con todo el relleno apelmazado al final. Salió también Assunçao, encargado de desactivar a Xavi y con Raúl García llevando el peso del centro del centro con acierto y galones. Salió el Atleti más junto de líneas, con Antonio López más pegado a Messi y Heitinga más pendiente de Henry, quizás el mejor atacante de los visitantes. Además del equipo como invitado salió Pablo, quien tardó poco en regalarle a sus detractores buenos motivos para pensar que su reciente mejoría no es más que un espejismo y de paso buenas razones para ponerle velas a Ujfalusi, pendiente todo el partido de cubrir con autoridad los agujeros dejados por su compañero en el centro de la defensa.

Salió también el Barça con Puyol y un excesivamente confiado Márquez, con Sylvinho, el jugador del que uno se olvida hasta que de vez en cuando vuelve a verle, y con Alves, de quien más tarde hablaremos. Salió con Xavi, a quien Assunçao efectivamente amargó la tarde, y con Gudjohnssen, un buen jugador que en actual plantel del Barça no consigue que resalten otra cosa que sus carencias. Salió Messi, que participó poco, y Henry, que a lo tonto metió dos goles. Y Yayá Touré o Touré Yayá, que no nos ha quedado aún claro, un jugador que abulta lo que dos y abarca lo que tres, quien solito se había bastado para mover al Atleti en la ida de la copa. Y Eto'o, claro, Eto'o, que ayer falló alguna ocasión clara y ayudó al equipo menos de lo que de él se esperaba. Salió también un árbitro que hizo cosas raras, del que hablaríamos mucho más de no haberse producido el prodigio del final.

Tras la ocasión inicial de Agüero y una ocasión para el Barça, marcó el Atleti. Marcó Heitinga tras un buen tiro de Maxi y un mal despeje de Valdés, pero el árbitro vio algo extraño que ningún otro mortal vio. En cuatro minutos el Atleti había tenido dos ocasiones y la gente no sabía si frotarse los ojos o prepararse para no ver ni una más. Jugaba bien el Atleti, más por empuje que por método científico, y en estas marcó el Barça. Despejó mal Pablo y Henry metió un golazo que dejó fría a la grada. Si bien el equipo no se descompuso, algo de temblor sí le entró en las rodillas: el Barça, que lo notó, tardó diez minutos en marcar de nuevo. Esta vez fue Messi haciendo su gol clásico: balón que controla cerca del área, se va con facilidad de dos o tres defensores y balón al palo al que no llega el portero. El equipo jugaba bien y con ganas y perdía dos a cero, el trabajo de todos se iba por la borda por la falta de carácter y concentración de alguno, la canción que ya habíamos escuchado antes, la balada triste del colchón de rayas.

Marcó el segundo el Barça y alguno se levantó y se fue. Madre mía, la que se nos viene encima, vámonos y así no pillamos atasco. Perdón, perdón, sí, me voy, lo siento, cuidado que no le pise, hala, adiós, adiós. Cuando los descreídos llegaron al vomitorio, llegó el momento clave del partido. Dos minutos después del gol del Barça, Forlán metió un golazo gracias a un disparo que sonó como un cañón. El Atleti volvía al partido sin tiempo para que la pájara mental hiciera efecto en los jugadores y los aficionados huidizos volvían al redil, disimulando. Perdón, perdón, sí, es que vuelvo, sí, creí que me había dejado un asado en el horno pero he llamado a casa y ya está apagado el horno y ha quedado rico el pollo a l'ast. La grada no perdona a los desertores, empero: fuera, fuera esos, hombre ya, si se van que no vuelvan o que al menos suban cervezas para el resto de la fila. Había partido, o al menos lo parecía, qué cosas tiene el Atleti.

Siguió el Atleti atacando, y lo hacía con una furia y una determinación que hacía tiempo que no veíamos. Controlaban los centrocampistas del Barça y se sucedían las entradas a ras de suelo, los choques al hombre, la ambición de un medio campo con ganas de hacer las cosas bien. En una de estas cayó Touré sobre Assunçao y lo cubrió por completo: cuidado, ojo, parece que aquí abajo hay alguien. Assunçao se recuperó y cuentan los cronistas de pie de campo que luego le pidió la camiseta a Touré para regalarle a su mujer una funda nórdica de color pollito.

Entre los cuatro del medio destacaba Simao, ligero como un bailarín y listo como un carterista, siempre buscando la espalda de su par como ya hiciera en el partido de Sevilla del año pasado. Por que su par fue el mismo, Alves, quizás el único jugador de los dos equipos que se ocupó de empañar el espectáculo. Luchó un balón en carrera Simao y Alves se echó al suelo haciendo gestos que revelaban que una muerte próxima y dolorosa era el único destino cierto del jugador. Se retorció Alves, puso su ya clásica cara de gárgola gótica con orejas de soplillo y pidió anestesia, la extremaunción y un puntillero con patillas y barriguita que acabara con su dolor con prontitud. Como vio que a Simao no sólo no le expulsaban sino que además seguía a lo suyo, tuvo que seguir un rato con la pantomima. Llamaron a los camilleros, llamaron a los médicos, llamaron al Doctor House y al Doctor Rosado y por conferencia llamaron al doctor de Sicily, Alaska, a ver si encontraban su mal. Se levantó de la camilla como Lázaro, se estiró las medias, pidió salir al campo rápido y protestó porque el árbitro le dejó en la banda un minuto. Pasado ese tiempo, salió trotando con la ligereza de una mariposa nómada y se dedicó a amenazar a Simao quien, consciente de ser más listo que el otro, se encogió de hombros y se dedicó a lo suyo. En un partido precioso precedido por un minuto de silencio solemne, Alves hizo el ridículo con su obsesión por la trampa y la pantomima, con su pobre concepto de la inteligencia del espectador y su mezquino concepto de las leyes de la caballerosidad. Peor para él.

Empezó el segundo tiempo y marcó Agüero tras pifia del confiado Márquez. Marcó Agüero el empate y la gente rompió a hablar de aquel partido de los tres goles de Romario, de las ganas del Atleti, de ese equipo que había aparecido sobre el césped que no se sabía si jugaba bien o mal pero que se iba a por empate y casi la victoria con las mismas ganas con las que lo haría la grada. Siguió el Atleti atacando y la afición empezaba a creer. Xavi no estaba, el centro del campo del Atleti funcionaba y la defensa adelantada ayudaba. La grada sonreía, charlaba, se giraba y en vez de decir pa'matarlos decía así sí, vamos, vamos. Empujaba el Atleti y empujaba la gente, Forlán recorría kilómetros de una punta a otra del campo, ningún jugador se tapaba. Pudo haber penalty al Kun, pudo Forlán marcar a puerta vacía, un fallo similar al de Sevilla hace una semana. Pero no marcó el Atleti y si lo hizo Henry tras una buena jugada de Gudjohnsen, quien se aprovechó de las ventajas de la defensa adelantada por la zona en la que estaba Pablo. Dos a tres, qué injusticia, ay Dios mío.

Y fíjense que si el partido hubiera acabado a estas alturas, uno no se habría ido triste. Se habría ido incómodo, enfadado con el mundo, despotricando contra la injusticia pero al menos aliviado por la imagen dada por el equipo, por la lucha, por la entrega, por la apariencia de equipo que a veces entiende lo que supone llevar esas rayas. Pero ahí no acabó el día. Falló Eto'o y falló el Kun, atacaba uno y atacaba el otro. Entró Sinama por Maxi y le hicieron penalty. Le hicieron penalty y el árbitro dijo que no e insistió el linier y el árbitro dijo bueeeeeeno. Paró el partido, se paró el tiempo, pararon varios aviones en pleno vuelo para ver el desenlace y paró todo lo parable, incluido el calendario zaragozano que, oh milagro, ya había previsto este lance y el consiguiente retraso inusual en el año 1910. Cogió Forlán el balón tras su fallo clamoroso y el árbitro le hizo esperar, para chinchar. Tirará Vd cuando yo quiera, oiga, decía el árbitro con chulería. Pero Forlán no es como nosotros, que en esa situación habríamos llamado a un guardia o a nuestra mamá, él no. Forlán esperó y, a sabiendas que de nuevo el momento clave del partido dependía de él, marcó el penalty. Porque, cuando hace falta, no suele faltar Forlán, no suele.

Empató el Atleti y nos dimos por contentos sin darnos cuenta de que quedaba la traca final, la piñata-sorpresa, la miss que sale del pastel. Marcó Agüero cuando el partido acababa, cuando la gente daba gracias por el punto y por el espectáculo, cuando la grada pensaba que las cosas pueden ser aún mejores pero esas cosas no nos pasan a los que nos sentamos en esos asientos tan sucios. Marcó Agüero y lloraron de emoción sus fans, lanzaron los puños al aire los señores respetables, se abrazaron los abuelos con los nietos, los zurdos con los diestros, los mods con los rockers y los cazadores con los venados. Marcó Agüero y los aviones se volvieron a parar, los molinos dejaron de girar y los concejales de urbanismo decidieron llevar una vida modesta dentro de la legalidad. Marcó Agüero y saltó Leivinha en algún rincón de Madrid, saltó Torres en algún rincón de Liverpool y algún amigo suyo en plena grada, se echaron a la calle en tropel las carmelitas descalzas y los Buzzcocks decidieron volver a tocar juntos el miércoles, mismamente. Marcó Agüero y de repente le vimos delgado y en plena forma, incapaz de una indisciplina y yerno de un suegro modelo. Marcó Agüero y desde que marcó Agüero hasta que Vd acaba de leer este plomo de crónica se quedó la afición un rato en el estadio vacío, sin saber si al irse se acabaría el encantamiento, sin querer salir a la calle y volver a la cruda realidad. Cantó la afición por los pasillos del Calderón como hacía tiempo que no cantaba, se preguntó por qué demonios no hacen esto los jugadores con más frecuencia, subió la hinchada por Paseo de Pontones regateando a los policías municipales y haciendo pausas en los bares para anunciar la buena nueva: que, aunque fuera por unas horas, el Atleti había vuelto, el Calderón había vuelto a ser lo que tantas veces. Que, no se sabe si gracias a una conjunción astral o a la presencia en Madrid de Leivinha o al empuje de un chaval de nueve años que toca la lira de rojo y blanco, el Atleti había pasado por el campo y aún podía olerse el aroma de la pólvora de los tiros de Forlán y aún sonaba el eco del trueno de la grada entera cantando el cuarto gol, el gol de Agüero al Barça, ese gol del que no nos olvidaremos nunca.