dimecres, 29 de juliol del 2009

Sudáfrica derrota a los All Blacks

Os dejo la crónica del partido que he publicado en GLOBEDIA

Aquí va el video del partido, lo he encontrado, como casi todos los videos en Con H de Blog.


dimarts, 28 de juliol del 2009

Gripe A, la opinión de un médico

Cuando se habla de economía prefiero las opiniones de un economista, como cuando leo historia prefiero los artículos escritos por historiadores, o filosofía narrada por filósofos, así que para hablar de la gripe A, que mejor que un médico. Esta entrevista la han publicado hoy en El Periódico de Catalunya, el entrevistado es Albert Salazar del Hospital de Bellvitge.

–¿Teme a la gripe A?
–No. No le tengo miedo. Mi experiencia me dice que cuando te alarmas anticipadamente por algo, después la realidad pone las cosas en su sitio y apenas quedan en nada. Yo creo que la gripe de este invierno será como todas. Cada año tenemos epidemias de gripe impresionantes.

–¿No le plantea incógnitas?
–Hay incógnitas, pero lo que estamos viendo es que los enfermos graves por esta gripe tenían otras patologías importantes, y que el índice de letalidad del nuevo virus es inferior al de los anteriores. La gripe estacional causa una mortalidad espectacular, pero no nos acordamos.

–¿Prepara de alguna forma al hospital ante la nueva gripe?
–Cada año lo preparamos. Todo está previsto. Como siempre, la epidemia de gripe invernal saturará al hospital, los servicios de urgencias trabajarán en condiciones extremas..., pero eso nos ha pasado todos los inviernos, y algunos –1999 y el 2001– de forma gravísima. Si hay sorpresas, las afrontaremos.

–¿Cómo?
–Tenemos suficientes camas para enfermos en situación crítica. Podemos afrontar una epidemia grave. Si ocurre, claro está, dejaremos de hacer intervenciones quirúrgicas programadas, y aumentarán las listas de espera de cirugía. Esto es así.

–Cambiarán a unos por otros.
–Eso es. La previsión consiste en poder activar cambios rápidamente. En saber cómo actuar en función de lo que vaya ocurriendo. El hospital tiene las camas que tiene, y siempre está ocupado en un 95% de su disponibilidad. A veces, en el 100%. Lo que no puedo hacer ahora es tener salas vacías a la espera de la gripe.

–¿Piensa que se está exagerando?
–No. Entiendo que un virus nuevo es una noticia. Lo que ocurre es que esto para mí es algo normal, cotidiano. Cuando vives un fenómeno de cerca siempre te parece que quien lo explica le da demasiada importancia.

–Demasiada importancia.
–Mi vecino es abogado y cada vez que lee esto de la gripe A me pregunta. Yo le digo que no pasa nada. Es más, creo que están pasando cosas mucho más graves: ¿cuántos casos de tuberculosis hay en Barcelona? ¿Cuantas infecciones de sida, gravísimas, están ocurriendo hoy mismo en esta ciudad? Es lógico que la Administración se ocupe de la gripe, porque si no sería una inconsciencia, pero todo en su justo término.

–¿Qué es más grave en su hospital?
–La situación de las listas de espera, en especial las de los enfermos de cáncer. Y ver cómo invierto los pocos dineros que tengo este año. La gripe A no me puede hacer perder el norte de mi obligación diaria. Si en diciembre hay una epidemia importante por este u otro virus, la afrontaremos. Hemos pasado muchas.

–¿Es muy complicado dirigir médicamente un hospital?
–Como cualquier organización de personas. Aquí trabajamos 800 médicos, 2.000 enfermeras y un millar de camilleros y administrativos. Es la mayor empresa de L’Hospitalet de Llobregat. Hoy, como todos los días, operaremos a 100 personas, y atenderán a otras 350 en urgencias.

–¿Cómo sabe la cifra de urgencias?
–La demanda urgente es previsible, mucho más de lo que se podría pensar. Yo fui coordinador de urgencias durante cinco años en este hospital, y sé cuántos enfermos vendrán el lunes, a cuántos deberemos ingresar el martes... El peor día es el lunes.

–¿Usted conoce todo lo que está ocurriendo en el hospital?
–Sé bastante. Mi actividad diaria consiste en dar respuesta a lo que el hospital necesitará en las 24 horas inmediatas: cuántas camas para enfermos críticos, cuántas para urgencias... He de asegurarme de que esos 100 enfermos programados para operarse tendrán cirujano, quirófano y cama. Y he de procurar que por la tarde queden camas libres para nuevos enfermos urgentes graves.

–¿También sabe cuántos serán?
–Unos 30. Si a las tres de la tarde no tengo esas 30 camas libres, sé que cuando mañana llegue al hospital habrá enfermos en camillas, en urgencias, pendientes de ingresar. Mi trabajo consiste en evitar eso.

–Usted monta cada día un puzle que horas después se desmonta.
–Algo así. Pero si tienes un modelo y todo está planificado, los imprevistos son mínimos. Yo no puedo prever un accidente, pero no dejaré a la improvisación algo que sé que ocurrirá: yo sé que hoy vendrán entre 340 y 360 personas a urgencias.

–¿Trabaja bajo mucha presión?
–Debería decir que sí, pero la verdad es que no tengo esa sensación. Estoy entrenado para actuar bajo presión. El trabajo más fuerte que he hecho en mi vida fueron los cinco años que dirigí el área de urgencias. Si has pasado por un destino que es lo peor del hospital, estás preparado para afrontar cualquier conflicto. Aunque recibo el peso de todo el hospital, no me siento presionado.

dilluns, 27 de juliol del 2009

"Enemigos Públicos", vuelven los gángsters.

Parece que tenemos una nueva joya, un nuevo pedacito de cine que alegrará unas horas de nuestra vida. La época de las metralletas Thompson, los tipos duros que fumaban enormes habanos porque sabían que pocos llegarían a mañana, los sombreros elegantes, los zapatos limpios, los trajes impecables, los muertos en callejones, los detectives alcohólicos, las bailarinas hermosas... Os dejo la crónica que Carlos Boyero escribiò para El País, muy buena, pero en el último párrafo me falta "Muerte entre las flores" de los hermanos Coen

Tuvimos noticias cinematográficas del escurridizo y legendario atracador de bancos John Dillinger en la excelente ópera prima como director del hasta entonces guionista John Milius, un narrador con nervio y personalidad, aliento épico y lirismo, alguien capaz de reinventar la historia del último pirata berberisco en El viento y el león, una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos y al que lamentablemente se le atrofió el cerebro con Amanecer rojo, crónica tan delirante como grotesca de la invasión de Estados Unidos por el ejército ruso. Desde entonces, Milius no ha vuelto a levantar cabeza, aunque supone un motivo de esperanza y de alegría ver su casi olvidado nombre entre los creadores de la serie Roma.

Dillinger tenía el rostro de Warren Oates, esa impagable y casi fija presencia en el cine de Sam Peckinpah, un actor que siempre transmite peligro y un punto de locura a sus pintorescos perdedores. Y te asustas ante la posibilidad de que Hollywood, con su fatigosa manía de hacer inútiles o irritantes remakes de películas míticas que no necesitan nuevas adaptaciones, haya perpetrado otra memez habitual resucitando a ese gánster de primera clase en Enemigos públicos. Sólo te tranquiliza y te ofrece garantías de que esta película no va a ser un plagio amorfo, que este Dillinger puede tener autonomía, alma y sello propio, cuando compruebas que viene firmada por Michael Mann y la protagoniza Johnny Depp, un actor tan poco acomodaticio como exigente en la elección de los proyectos que le ofrecen. Y Enemigos públicos no te decepciona. Es una de las mejores cosas que le han ocurrido este año al cine norteamericano, una sucesión de imágenes magnéticas y rodadas digitalmente, diálogos sin desperdicio, una ambientación y una atmósfera que otorgan credibilidad absoluta a la época y los conflictos que te están describiendo, un sentido de la violencia en el que las balas y la sangre adquieren insoportable sensación de realidad, se agradece la ausencia de psicologismo y de moralina, interpretaciones tan sobrias como memorables de protagonistas y secundarios, la capacidad narrativa que acredita a los maestros.

Los personajes de Enemigos públicos existieron, aunque la leyenda que crearon sus sangrientas hazañas se preste a la inexactitud, la exageración, la loa y la mitificación. Que sepamos anticipadamente como va a terminar la acelerada existencia de ese gánster con principios, que el expeditivo ladrón que encarnaba las pesadillas del todopoderoso Edgar Hoover será traicionado y el FBI le freirá a tiros a la salida de un cine, no nos priva del suspense en cada uno de sus tortuosos pasos. También resulta conmovedor su convencimiento de que sólo tiene presente y su historia de amor a perpetuidad con una mujer que intenta imaginarse un futuro imposible. Y cómo no, también impresiona el enorme respeto personal y profesional que se profesan mutuamente el cazador y la presa, el comprensiblemente obsesionado policía Melvin Purvis y el templado rey de las fugas John Dillinger. Esto último no es nuevo en el cine de Michael Mann. Lo había tratado antes con potencia, sentimiento y profundidad en esa obra maestra titulada Heat, en la letal partida de ajedrez entre dos personas entregadas rocosamente a su trabajo, a lo único que saben hacer inmejorablemente, que otorga sentido a sus desquiciadas vidas. Dos personas alarmantemente parecidas. Con la diferencia de que uno es el representante de la ley y la profesión del otro consiste en transgredirla.

El cine de gánsteres nunca ha padecido crisis. Lógicamente aparecen sucedáneos, imposturas y tonterías en género tan ancestralmente glorioso, pero abundan en él las grandes películas. No puede ser casual que los mejores directores del cine norteamericano (y algunos inolvidables estilistas del cine francés como Jean-Pierre Melville y Jacques Becker) lo hayan frecuentado pasajera o duraderamente, que pusieran su talento al servicio de género tan intemporal y seductor. Y su reclamo será eterno para el espectador de cualquier época.

Hago agradecida memoria y descubro que excepto Ford, Lubitsch, Preston Sturges y pocos más, el gremio de los clásicos ha sentido la necesidad en algún momento de hablar de los que huyen de la policía, de pistolas y metralletas como instrumento de trabajo, del riesgo y la tensión que implica vivir, malvivir o sobrevivir al otro lado de la ley. Lo contaron en blanco y negro y en color, por encargo o por vocación, pero siempre con personalidad, transmitiéndonos acción, miedo, piedad, adrenalina e identificación emocional a espectadores que lo más delictivo que hemos perpetrado en la vida es mangar alguna nadería en los grandes almacenes.

El catálogo impresiona. Lo inauguró a lo grande Howard Hawks con Scarface. Huston fue trágico en La jungla de asfalto e irónico en El honor de los Prizzi. Jacques Tourneur aportó fatalismo y sentimiento en Retorno al pasado. Kubrick demostró en Atraco perfecto que éste no existe, que los mecanismos humanos siempre acaban jodiendo la planificación ejemplar. Raoul Walsh retrató a un inquietante psicópata que lograba su meta de alcanzar la cima del mundo antes de morir en Al rojo vivo y mostró compasión hacia el gánster envejecido y acorralado de El último refugio. Te daba mucha pena que acribillaran a los Bonnie y Clyde que imaginó Arthur Penn. También lamentabas que fuera imposible la redención para Carlitos Way en la formidable Atrapado por su pasado, para ese gánster convencido de que "no cambiamos con el tiempo, sólo perdemos fuerza". La firmaba el mejor Brian de Palma, que también retrató el coraje y la tenacidad del incorruptible madero Elliot Ness en Los Intocables y los mortíferos delirios del desclasado y salvaje gánster cubano que devoraba montañas de cocaína y estaba atormentado por irresolubles problemas edípicos en El precio del poder. Shakespeare hubiera reconocido su universo en la terrible y grandiosa saga de El Padrino, aunque Coppola siga empeñado en que lo más personal y creativo que ha realizado sea la impresentable Tetro. El mejor Scorsese despojó a los gánsteres de poética, les mostró tal como son, en lo bueno, lo malo y lo peor, en las geniales Uno de los nuestros y Casino. Enemigos públicos pertenece por derecho a esta ilustre familia.

divendres, 24 de juliol del 2009

Arenga e Himno Argentino

La Arenga de Pichot -capitán de la selección argentina de rugby-, antes del partido por el tercer y cuarto puesto entre los albicelestes horizontales y los franceses en el Mundial que organizaron los hijos de la Marsellesa. Impresionante el final, donde uno de los jugadores vestidos de calle sale secándose las lágrimas.
Después el himno argentino, no cantan muy bien, pero esos rostros valen por mil tenores. Sean eternos los laurelesque supimos conseguir,que supimos conseguir.Coronados de gloria vivamos...¡o juremos con gloria morir!,¡o juremos con gloria morir!,






dimarts, 21 de juliol del 2009

Un fotógrafo cojonudo












Os dejo unas fotografías de mi amigo Enrique García Lobo, Kike. Podéis comprar estas y muchas más en Artelista, aquí está el enlace.

dilluns, 13 de juliol del 2009

"Ágora", la nueva película de Amenábar

Parece que "Ágora" no pinta tan bien como el resto de películas de Amenábar -siempre según la crítica-, os dejo lo que nos contó Carlos Boyero desde Cannes. Se estrena en septiembre y no creo que me la pierda, tengo ganas de ver lo nuevo de un personaje que ha parido "Tesis" o "Abre los Ojos".

Supongo que hay gente que hace cine por algo tan legítimo como ganarse la vida. Otros, por la convicción absoluta de que su incuestionable arte va a redimir al mundo. También están aquellos a los que no te los imaginas haciendo otra cosa, gente en cuya personalidad todo desprende inconfundible olor a celuloide, a narrar historias en imágenes. Alejandro Amenábar pertenece a esa raza.

Supongo que hay gente que hace cine por algo tan legítimo como ganarse la vida. Otros, por la convicción absoluta de que su incuestionable arte va a redimir al mundo. También están aquellos a los que no te los imaginas haciendo otra cosa, gente en cuya personalidad todo desprende inconfundible olor a celuloide, a narrar historias en imágenes. Alejandro Amenábar pertenece a esa raza. Tenía 24 años cuando realiza su primera película Tesis, edad que va asociada al aprendizaje. Pero aquella desasosegante inmersión en el suspense y en el terror parecía realizada por un director tan adulto como sabio, un brillante manipulador de emociones, alguien que hacía pasar tanto miedo al espectador como a esa estudiante de cine perseguida por un sádico especializado en hard-core.

Desde entonces cada proyecto del niño prodigio resulta imprevisible, tiene muy claro lo que quiere hacer y se toma su tiempo, se mete en películas tan arriesgadas como heterodoxas que resuelve con perfección, que alcanzan inevitablemente éxito comercial y le han otorgado un justificado prestigio. Se maneja con idéntica soltura hablando de un tipo al que el destino transforma en un monstruo físico y psíquico que dirigiendo a la megaestrella Nicole Kidman en un cuento gótico habitado por muertos que ignoran su condición, o llenando paradójicamente de emoción y de vida el dolor de un hemipléjico confinado en una habitación y que decide despedirse de una existencia tan atroz como impotente. El talento, la sensibilidad y la buena estrella han bendecido la variada obra de alguien que acierta siempre en temáticas aparentemente áridas, que sabe conectar con todo tipo de público, que hace el cine que le da la gana y que se ha ganado a pulso el derecho a equivocarse alguna vez.

Reconociendo la inquebrantable fe en sí mismo de este virtuoso en apuestas fuertes, se había creado lógica expectación y morbosa curiosidad alrededor de Ágora, una película de 50 millones de euros de presupuesto que se desarrollaba durante el siglo IV en la mítica Alejandría del Imperio Romano. Conociendo las aficiones de Amenábar era impensable que fuera a hacer un péplum o un tópico relato de aventuras. Tampoco sería Troya ni La pasión de Cristo, por citar dos ejemplos del cine moderno que revivían historias de la antigüedad y que por distintos motivos arrasaron en taquilla. Tampoco tendría demasiado parentesco con las aparatosas y convenientes interpretaciones del Imperio Romano que hizo Hollywood en los años cincuenta y sesenta. Sería una película de autor más que de productor, una reflexión muy personal sobre tragedias del pasado que también se pueden aplicar al presente.

Ese proyecto tan costoso y extenuante acaba de estrenarse en el Festival de Cannes. Lo primero que percibes en Ágora es que la documentación de ese guión ha sido muy trabajada, que se ha buceado intensamente en la historia sin tratar de adulterarla para llegar a la desolada conclusión que exponía Santos Discépolo en una incontestable y maravillosa canción de "que el mundo fue y será una porquería ya lo sé, en el 506 y en el 2000 también, que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos". Amenábar y su coguionista Mateo Gil hablan de la agresión salvaje que han ejercido las religiones, de su implacable metodología con los que consideraban herejes o disidentes, del casi siempre desigual combate entre la luz y la oscuridad. La primera está representada aquí por los guardianes de la Biblioteca de Alejandría, compendio de la sabiduría acumulada hasta entonces por la humanidad y que va a ser saqueada por una barbarie en imparable expansión llamada cristianismo, por una gente que fue acorralada en su nacimiento por los paganos y que en su ambición por el poder triturarán las mejores esencias de sus antiguos perseguidores. El resto de las religiones también salen malparadas, incluido el judaísmo y su adicción a practicar la ley del talión. Todos los que adoran ciegamente a dioses intangibles y a las reglas inamovibles sienten alergia hacia la tolerancia y están dispuestos a lapidar a los agnósticos, a los heterodoxos, a los que plantean dudas contra lo establecido.

La rebeldía está encarnada por Hipatia, una filósofa, astrónoma y matemática que investiga en el tiempo y en el espacio, que llega a la blasfema conclusión de que la Tierra puede girar alrededor del Sol, cuyos modelos no son Zeus, Cristo o Yahvé sino Parménides, Aristóteles y Tolomeo, gente que reflexionó sobre la ciencia y la naturaleza humana desafiando a las verdades impuestas, al cerril estado de las cosas.

Amenábar revive el universo perdido de Alejandría con poderoso sentido visual, diálogos excelentes, personajes diseñados con complejidad, tensiones latentes. Filma batallas y escenas de masas dando sensación de realidad, sin recurrir a los efectos de los ordenadores. Su implicación con la figura de la protagonista es estética y ética.

El tema y el primoroso lenguaje con el que se expresa me ponen incondicionalmente a favor de esta película, la veo y la escucho con respeto, estoy deseando que me atrape la emoción, pero ésta no llega. No consigo meterme dentro de una historia con tantas cosas admirables, condición indispensable que le exijo al gran cine. Esa mujer preciosa y actriz notable llamada Rachel Weisz está bien, pero no memorable. Me creo a los actores viejos, como el siempre impecable Michael Lodsale, pero no conecto ni mínimamente con los jóvenes, encabezados por Oscar Isaac y Max Minghella. La música de Dario Marinelli es lírica pero también abusiva, innecesariamente presente en casi todas las secuencias, subrayona. Ágora es una película notable a la que le sobran y le faltan cosas. Ojalá que tenga tirón para el gran público, que el éxito le permita a este singular director seguir abordando aventuras alejadas de lo convencional, que el mercado no le pase factura si no acaban de salirle las cuentas.

dimarts, 7 de juliol del 2009

Sudáfrica vs Lions, Tercer Test

Tercer y último test de los Lions frente a Sudáfrica, la primera serie que yo sigo completa, apasionante, brutal, emocionante. Tres grandes partidos, rugby de altísima calidad.

-Os dejo la crónica publicada en Scrum

-Las estadísticas del partido.

-Aquí abajo el resumen del partido, a disfrutarlo.