dimecres, 15 d’abril del 2009
La administración nos quiere, por eso nos multa.
Enric Sierra nos deja esta columna en La Vanguardia. Unos datos reveladores, cada minuto se multa a nueve conductores, eso es pasta, dinerito del bueno, para pagar a los banqueros que se han arruinado, que bueno trabajar para este gobierno que nos ha tocado disfrutar. Las multas son por nuestro bien, para que no haya más accidentes, esta Semana Santa más de cuarenta muertos -"una muerte es una desgracia, varias muertes una estadística", Stalin dixit-, pero si con las multas tenemos las mismas desgracias, ¿para qué multarnos? No creo que sea por dinero, nuestro Estado no se rebajaría por un puñado de euros.
A la vuelta de esta lluviosa Semana Santa, algunos encontrarán en sus buzones la dolorosa notificación de la multa provocada por los numerosos radares que Mossos d´Esquadra, aquí, y Guardia Civil, en el resto de España, han ido colocando para, dicen, hacernos más segura la conducción. Las autoridades han negado siempre que estas medidas sean una vía de recaudación extra para las arcas del Estado, pero los últimos datos que se han dado a conocer de la dirección general de Tráfico (DGT) son muy elocuentes, en especial para aquellos que se han paseado estos días por las carreteras de fuera de Catalunya. Desde que hace dos años aumentó la ofensiva de caza por medio de radares y nuevas tecnologías, el número de conductores multados en España se ha incrementado un 70%, pasando de los 2,6 millones en el 2006, a los 4,4 millones del año pasado, una cifra inédita en nuestro país. Si a esta cifra le sumamos las sanciones impuestas en Catalunya, casi 13.000 conductores son multados cada día en España, nueve por minuto. Pero cuando más suena el clinc clinc de la máquina recaudadora de las multas es en verano, cuando más desplazamientos hay. En esa época, la cifra de multas se dispara casi un 59%. Con todo eso, la recaudación por multas para el 2009 se ha previsto un 15% mayor que el año pasado y alcanzará los 416 millones de euros (509 si se suman los previstos en Catalunya), 1,3 millones diarios. Por tanto, al Estado le conviene que los españolitos se sigan desplazando por carretera durante las vacaciones y que todos los dispositivos policiales, radares y hasta helicópteros serán siempre una excelente inversión para nuestra seguridad... y la de las arcas públicas.
Los conductores conocen el riesgo que asumen corriendo en exceso o cometiendo imprudencias al volante, pero también saben mejor que nadie que muchas carreteras presentan un lamentable estado para la seguridad de todos. Los vehículos se fabrican más grandes y potentes para vías que, por ese motivo, se han estrechado y convertido en un peligro público. La falta de señalización horizontal, a menudo inexistente, desgastada o con pinturas poco adecuadas, la poca o mal situada iluminación de las vías, los guardarraíles asesinos, los pasos a nivel traidores o la pésima señalización vertical que marea a más de un turista, son todavía algunas de las asignaturas pendientes para la seguridad vial.
Las autoridades de tráfico nos dicen que los accidentes se registran más en los trayectos cortos que en los largos, prueba de que más allá de las carreteras generales y autopistas, el país apenas ha avanzado en la mejora de las vías locales y comarcales que tienen déficits importantes, muchas veces por la tan traída y llevada disputa competencial, o por la desidia institucional. Mientras eso se sigue discutiendo, parece más rentable colocar un radar que ensanchar la calzada.
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