En Calamaro sempre té una cançó per cada moment, un pot perdre, com pot guanyar, però l'important es aixecar-se. Salut i sort.
OK Perdón de Andrés Calamaro
Donde lloran las gaviotas,
vamos juntos a llorar,
no te preocupes
no se te nota,
que no sabes encajar.
Supongo que dolio un poco,
si fue la primera vez,
pero hay que ser fuerte,
contra la corriente tambien.
Cuantas veces me dijeron que no,
a mi y sobrevivi,
dame la mano y veni,
que te enseño a perder.
dijous, 29 d’abril del 2010
Amb tot el "carinyu" pels meus amics culés
dimarts, 27 d’abril del 2010
Un ex-ministro que no parece político
He encontrado en El Tornaviaje un artículo de un ex-ministro, Jordi Sevilla, publica en su blog. Algo de sensatez en este país que parece estar repleto de insensatos que sólo buscan la confrontación para reafirmarse como mejor que su adversario. Luchas de primero de EGB donde el "tú más" era la única respuesta a las acusaciones.
Estamos llegando a unos niveles de estupidez difíciles de superar, pero todo llegará. Un paro del 20 % pero no ocurre nada, yo continuo siendo mejor que mi contrario, mi Dios es el verdadero, la razón es mía en un mundo carente de razón.
No, a la confrontación social como método
He decidido no acudir a la manifestación “Contra la impunidad del Franquismo” y no por que esté a favor de dicha impunidad, sino por que me niego a formar parte de la sistemática confrontación social permanente en la que nos quieren meter. Todo parece que tiene que ser a favor, o en contra. De Garzón, del pacto educativo, de las medidas de Zurbano, del Estatuto de Castilla la Mancha, del Tribunal Constitucional, de la reforma laboral, la energía nuclear, ¿sigo?. Todo, todo bajo el mismo esquema: “O CON UNOS, O CON OTROS”, sin matices, sin terminos medios, sin medias tintas. CUANDO LA DEMOCRACIA SON LOS GRISES, LAS MEDIAS TINTAS, LOS PUNTOS DE EQUILIBRIO Y DE ACUERDO. Siempre buscando culpables antes que soluciones. Deslizandose de forma peligrosa e irresponsable hacia una CONFRONTACION SOCIAL PERMANENTE, otra vez hacia las dos Españas, una de las cuales ha de helarnos el corazón. ME NIEGO A ECHAR POR LA BORDA LA TRANSICIÓN Y EL ESPIRITU CONSTITUCIONAL. Sin duda, soy un tibio. Es el problema de la razón. Que nunca la tiene toda, una parte.
No voy a buscar culpables de esta situación. Pero quiero denunciar lo peligroso del momento actual, en el que el discrepante es un traidor y el adversario un enemigo al que hay que combatir sin tregua. ¿Donde quedan los valores de la democracia, la tolerancia, la pluralidad, el debate sin insultos, la búsqueda de soluciones entre todos? ¿Por que reforzar lo que nos separa en lugar de reforzar lo que nos une, como intenta Obama en Estados Unidos?
He contado, en otras entradas de este blog, mi teoría al respecto, basada en una doctrina electoral compartida por los dos grandes partidos de ámbito nacional: el voto es sentimental, hay que movilizar a la contra y en base a valores definitorios de izquierda y derecha. Si no exiten elementos objetivos de confrontación, se crean de manera artificial porque el objetivo es que me voten los míos y desanimar a los votantes del adversario. El centro no existe y, al final, todo el mundo enfrentado a votar entre blanco o negro, elige de manera no racional, aunque sea tapandose la nariz.
No dudo que eso sea así. Pero tengo claro que NO DEBERÍA SER ASÍ, por tanto las estrategias electorales no deberían buscar la confrontación permanente e irresponsable por que se corre el riesgo de llevarse al pais por delante y acabar gobernando sobre un solar.
Poco se imaginaba Ortega y Gasset cuando recomendaba vivir la política con espíritu deportivo que, al final, le harían caso: cada vez más se quiere que vivamos la política según las normas impuestas por los forofos ultras de cada equipo. La minoría, la visión extremista de las cosas, se está imponiendo a la mayoría tibia. Al final, de nuevo “falangistas” y “rojos” enfrentados en las calles de Madrid ¿ES ESTO LO QUE PERSIGUEN LAS CUPULAS DE LOS DOS PARTIDOS? Y SI NO ES ASÍ, POR QUE NO LO DETIENEN.
Vamos de bucle disparatado de confrontación, en bucle disparatado de confrontación. Hasta la corrupción por parte de unos chorizos, que la experiencia demuestra que le puede tocar a todo el mundo, nos obliga a posicionarnos a favor o en contra de los chorizos según sean de un partido u otro. Cada vez que vemos un debate con representantes de los dos partidos, YA SABEMOS LO QUE VAN A DECIR SIEMPRE, SIEMPRE: EL OTRO ES PEOR.
La democracia es el único sistema en el que podemos vivir y trabajar juntos personas que no opinamos igual sobre todas las cosas. Que reconocemos que nadie tiene toda la verdad. Que lo correcto se alcanza tras un debate racional entre los distintos trozos de verdad. Que DISCREPAR ES LO NORMAL, PERO NO INSULTAR Y DESCALIFICAR AL QUE DISCREPA. Que tenemos que CUIDAR LA DEMOCRACIA COMO LA MAS FRAGIL DE LAS FLORES. DISCREPAR NO ES DELITO, aunque discrepen de lo que nosotros pensamos. Que los procedimientos están para reglar los desacuerdos, no para arrojárnoslos a la cabeza.Lo que está pasando con la causa contra Garzón por las victimas del franquismo me parece un despropósito más dentro de un Poder Judicial que no tiene empacho en que sepamos cómo los cargos se reparten por cuotas, mientras algunas causas se acumulan durante años y otras, van a todo meter. No soy abogado, ni juez. Y tengo mi opinión que coincide, bastante con la de Felipe González. Pero como ciudadano, recomiendo la lectura del articulo de JORDI GRACIA en El Pais de hoy, donde dice: “La causa de las víctimas del franquismo debía haber estado protegida por la ley y amparada por el Estado y no expuesta a la lupa de un juez” y más adelante: “Si la izquierda en el poder no ha sabido blindar su propia memoria y la legitimidad de rescatar e identificar los cuerpos de los muertos de las cunetas, la culpa no ha sido del franquismo residual”.
Tal vez, si las leyes hubieran sido otras desde hace tiempo, Garzón no hubiera sentido la necesidad de intervenir y nos habríamos ahorrado este espectáculo circense que coloca a España, otra vez, ante los medios internacionales, como el país de pandereta que fué. En democracia, las manifestaciones en la calle son legítimas. Pero las cosas se cambian en el Parlamento con propuestas, leyes y normas eficaces.
Me niego a vivir en la confrontación como método electoral. Sorprende la cantidad de amigos que se han sorprendido de que haya escrito un libro sobre la crisis económica con una persona que piensa muy distinto de mi y, además, que seamos amigos. Cuando mi hijo, casi en edad de votar, me preguntó extrañado si yo tenía amigos “de derechas”, comprendí la profundidad del daño que estamos haciendo, otra vez, a España. Sobre todo, aquellos que dicen amar a Azaña, pero luego se comportan más como Gil Robles o como Largo Caballero.
Por eso, timidamente, sin acritud pero con firmeza, os convoco a que ENVIEMOS MASIVAMENTE MENSAJES A LAS WEBS OFICIALES DE LOS DOS GRANDES PARTIDOS CON UNA IDEA CLARA: “SI NO DETENEIS LA CONFRONTACION PERMANENTE, NO OS VOTAREMOS”. Que, al menos por nosotros, ciudadanos demócratas, mayoría abrumadora del pais, no quede.
Estamos llegando a unos niveles de estupidez difíciles de superar, pero todo llegará. Un paro del 20 % pero no ocurre nada, yo continuo siendo mejor que mi contrario, mi Dios es el verdadero, la razón es mía en un mundo carente de razón.
No, a la confrontación social como método
He decidido no acudir a la manifestación “Contra la impunidad del Franquismo” y no por que esté a favor de dicha impunidad, sino por que me niego a formar parte de la sistemática confrontación social permanente en la que nos quieren meter. Todo parece que tiene que ser a favor, o en contra. De Garzón, del pacto educativo, de las medidas de Zurbano, del Estatuto de Castilla la Mancha, del Tribunal Constitucional, de la reforma laboral, la energía nuclear, ¿sigo?. Todo, todo bajo el mismo esquema: “O CON UNOS, O CON OTROS”, sin matices, sin terminos medios, sin medias tintas. CUANDO LA DEMOCRACIA SON LOS GRISES, LAS MEDIAS TINTAS, LOS PUNTOS DE EQUILIBRIO Y DE ACUERDO. Siempre buscando culpables antes que soluciones. Deslizandose de forma peligrosa e irresponsable hacia una CONFRONTACION SOCIAL PERMANENTE, otra vez hacia las dos Españas, una de las cuales ha de helarnos el corazón. ME NIEGO A ECHAR POR LA BORDA LA TRANSICIÓN Y EL ESPIRITU CONSTITUCIONAL. Sin duda, soy un tibio. Es el problema de la razón. Que nunca la tiene toda, una parte.
No voy a buscar culpables de esta situación. Pero quiero denunciar lo peligroso del momento actual, en el que el discrepante es un traidor y el adversario un enemigo al que hay que combatir sin tregua. ¿Donde quedan los valores de la democracia, la tolerancia, la pluralidad, el debate sin insultos, la búsqueda de soluciones entre todos? ¿Por que reforzar lo que nos separa en lugar de reforzar lo que nos une, como intenta Obama en Estados Unidos?
He contado, en otras entradas de este blog, mi teoría al respecto, basada en una doctrina electoral compartida por los dos grandes partidos de ámbito nacional: el voto es sentimental, hay que movilizar a la contra y en base a valores definitorios de izquierda y derecha. Si no exiten elementos objetivos de confrontación, se crean de manera artificial porque el objetivo es que me voten los míos y desanimar a los votantes del adversario. El centro no existe y, al final, todo el mundo enfrentado a votar entre blanco o negro, elige de manera no racional, aunque sea tapandose la nariz.
No dudo que eso sea así. Pero tengo claro que NO DEBERÍA SER ASÍ, por tanto las estrategias electorales no deberían buscar la confrontación permanente e irresponsable por que se corre el riesgo de llevarse al pais por delante y acabar gobernando sobre un solar.
Poco se imaginaba Ortega y Gasset cuando recomendaba vivir la política con espíritu deportivo que, al final, le harían caso: cada vez más se quiere que vivamos la política según las normas impuestas por los forofos ultras de cada equipo. La minoría, la visión extremista de las cosas, se está imponiendo a la mayoría tibia. Al final, de nuevo “falangistas” y “rojos” enfrentados en las calles de Madrid ¿ES ESTO LO QUE PERSIGUEN LAS CUPULAS DE LOS DOS PARTIDOS? Y SI NO ES ASÍ, POR QUE NO LO DETIENEN.
Vamos de bucle disparatado de confrontación, en bucle disparatado de confrontación. Hasta la corrupción por parte de unos chorizos, que la experiencia demuestra que le puede tocar a todo el mundo, nos obliga a posicionarnos a favor o en contra de los chorizos según sean de un partido u otro. Cada vez que vemos un debate con representantes de los dos partidos, YA SABEMOS LO QUE VAN A DECIR SIEMPRE, SIEMPRE: EL OTRO ES PEOR.
La democracia es el único sistema en el que podemos vivir y trabajar juntos personas que no opinamos igual sobre todas las cosas. Que reconocemos que nadie tiene toda la verdad. Que lo correcto se alcanza tras un debate racional entre los distintos trozos de verdad. Que DISCREPAR ES LO NORMAL, PERO NO INSULTAR Y DESCALIFICAR AL QUE DISCREPA. Que tenemos que CUIDAR LA DEMOCRACIA COMO LA MAS FRAGIL DE LAS FLORES. DISCREPAR NO ES DELITO, aunque discrepen de lo que nosotros pensamos. Que los procedimientos están para reglar los desacuerdos, no para arrojárnoslos a la cabeza.Lo que está pasando con la causa contra Garzón por las victimas del franquismo me parece un despropósito más dentro de un Poder Judicial que no tiene empacho en que sepamos cómo los cargos se reparten por cuotas, mientras algunas causas se acumulan durante años y otras, van a todo meter. No soy abogado, ni juez. Y tengo mi opinión que coincide, bastante con la de Felipe González. Pero como ciudadano, recomiendo la lectura del articulo de JORDI GRACIA en El Pais de hoy, donde dice: “La causa de las víctimas del franquismo debía haber estado protegida por la ley y amparada por el Estado y no expuesta a la lupa de un juez” y más adelante: “Si la izquierda en el poder no ha sabido blindar su propia memoria y la legitimidad de rescatar e identificar los cuerpos de los muertos de las cunetas, la culpa no ha sido del franquismo residual”.
Tal vez, si las leyes hubieran sido otras desde hace tiempo, Garzón no hubiera sentido la necesidad de intervenir y nos habríamos ahorrado este espectáculo circense que coloca a España, otra vez, ante los medios internacionales, como el país de pandereta que fué. En democracia, las manifestaciones en la calle son legítimas. Pero las cosas se cambian en el Parlamento con propuestas, leyes y normas eficaces.
Me niego a vivir en la confrontación como método electoral. Sorprende la cantidad de amigos que se han sorprendido de que haya escrito un libro sobre la crisis económica con una persona que piensa muy distinto de mi y, además, que seamos amigos. Cuando mi hijo, casi en edad de votar, me preguntó extrañado si yo tenía amigos “de derechas”, comprendí la profundidad del daño que estamos haciendo, otra vez, a España. Sobre todo, aquellos que dicen amar a Azaña, pero luego se comportan más como Gil Robles o como Largo Caballero.
Por eso, timidamente, sin acritud pero con firmeza, os convoco a que ENVIEMOS MASIVAMENTE MENSAJES A LAS WEBS OFICIALES DE LOS DOS GRANDES PARTIDOS CON UNA IDEA CLARA: “SI NO DETENEIS LA CONFRONTACION PERMANENTE, NO OS VOTAREMOS”. Que, al menos por nosotros, ciudadanos demócratas, mayoría abrumadora del pais, no quede.
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Política
dilluns, 26 d’abril del 2010
Tanto fútbol cansa
Cansa un poquito, cada día es una final, cada partido el más importante, el más vital, el único, el indescriptible.
-¿Cuántos partidos del siglo tenemos durante un año?
-Centenares, millares, infinitos. Todo es vital para convertirse en nada unas horas después.
Estoy cansado de la misma vacuidad eterna, y quien no me crea que acuda a la hemeroteca del Mundo Deportivo, verá como los titulares se repiten de forma constante en el tiempo.
Os dejo un artículo de Sergi Pamies que ha publicado en La Vanguardia.
Cuidado con el exceso de propaganda
Muchas mujeres hacen el amor con sus maridos pensando que están con sus amantes. En estos casos, suelen fingir el orgasmo para no desestabilizar a sus cónyuges. Esta misma situación puede producirse a la inversa: maridos adúlteros que, para no perder la concentración en el campo de batalla matrimonial, piensan en sus amantes y confían en el poder de la imaginación frente a las evidencias de la realidad.
Todo eso viene a cuento del partido Barça-Xerez. El Barça jugó pensando en el Inter y el Xerez, mosqueado por la poca atención que le prestaba el rival, estuvo a punto de llevarse a casa un par o tres de orgasmos trabajosamente autogestionados. Que nadie lo interprete como una falta de respeto. El Barça valora mucho la Liga, pero anda provisional y comprensiblemente encoñado con la Champions, y no tiene la misma energía para una que para otra. El riesgo de jugar a dos bandas es que ni la esposa ni la amante queden satisfechas, pero, el sábado, el Barça cumplió como pudo, que era de lo que se trataba para afrontar la noche loca de pasado mañana.
No será fácil. En su encuentro anterior, la amante (el Inter) practicó el bondage con un marido (el Barça) un poco desconcertado, que salió del campo con moratones y el rabo entre las piernas. En el partido de vuelta, le tocará al marido proponer sus fantasías y poner en evidencia el estilo del rival, sin caer en esas concesiones sadomasoquistas que, por cortesía, hacemos la primera noche. "No lo conseguiremos si no somos la esencia pura de lo que somos", dijo Guardiola con trágica solemnidad. ¿Y qué somos?, llevo dos días preguntándome.
Al final del partido contra el Xerez, los jugadores se enfundaron una camiseta con la inscripción "Ens hi deixarem la pell", para convocar a los socios. Sin ánimo de polemizar en un momento tan crucial, me parece un error. Se está extendiendo en el barcelonismo una especie de positivismo enfático y sensacionalista que insiste en amplificar las obviedades hasta desnaturalizarlas. ¿Alguien cree que sin la camiseta ni el dichoso Facebook el Camp Nou estaría vacío? ¿Qué camiseta convoca más a los culés, la del Barça o esa birria oportunista que recuerda el fiasco de Camí de Göteborg? ¡No hagamos más el chorra, por favor!
Con buena intención y bastante ignorancia, se apela a una unidad y a una responsabilidad que ya existe y se cargan tanto las tintas que, al final, uno se siente ofendido ante esa apropiación indebida (e inducida) de los sentimientos más íntimos. ¿Qué es eso de que "Ens hi deixarem la pell"? ¿Acaso el equipo no lleva dos años dejándosela? ¿Qué es eso de "Ara ens necessiten"? ¿Los hemos abandonado alguna vez? Con tanta propaganda acrítica, lo único que se consigue es un estado de ansiedad poco recomendable para la práctica del (buen) fútbol.
Hace dos años, cuando empatamos a cero contra el Manchester United (luego quedamos eliminados), la gente acudió al Camp Nou con un estrés contraproducente. Traicionando su costumbre, el público se dedicó a abuchear al rival y a Cristiano Ronaldo y derrochó tantas energías en intimidar que perdió parte del entusiasmo que debería haber invertido en animar.
En las actuales circunstancias, prefiero apelar al ambiente del partido de la liguilla contra el Inter. No jugaron ni Messi ni Ibrahimovic y miles de culés acudieron al Camp Nou con un nudo de ambivalencia en la garganta. Luego, sobre el césped, el Barça maravilló con un juego solidario y creativo, desplegando su repertorio de virtudes identitarias. Y, de repente, se creó ese instante maravilloso en el que los que habían desconfiado de la relación reconocieron, a través de su propia capacidad para disfrutar, la esencia pura de lo que, cuando nos dejamos de tonterías, podemos llegar a ser.
-¿Cuántos partidos del siglo tenemos durante un año?
-Centenares, millares, infinitos. Todo es vital para convertirse en nada unas horas después.
Estoy cansado de la misma vacuidad eterna, y quien no me crea que acuda a la hemeroteca del Mundo Deportivo, verá como los titulares se repiten de forma constante en el tiempo.
Os dejo un artículo de Sergi Pamies que ha publicado en La Vanguardia.
Cuidado con el exceso de propaganda
Muchas mujeres hacen el amor con sus maridos pensando que están con sus amantes. En estos casos, suelen fingir el orgasmo para no desestabilizar a sus cónyuges. Esta misma situación puede producirse a la inversa: maridos adúlteros que, para no perder la concentración en el campo de batalla matrimonial, piensan en sus amantes y confían en el poder de la imaginación frente a las evidencias de la realidad.
Todo eso viene a cuento del partido Barça-Xerez. El Barça jugó pensando en el Inter y el Xerez, mosqueado por la poca atención que le prestaba el rival, estuvo a punto de llevarse a casa un par o tres de orgasmos trabajosamente autogestionados. Que nadie lo interprete como una falta de respeto. El Barça valora mucho la Liga, pero anda provisional y comprensiblemente encoñado con la Champions, y no tiene la misma energía para una que para otra. El riesgo de jugar a dos bandas es que ni la esposa ni la amante queden satisfechas, pero, el sábado, el Barça cumplió como pudo, que era de lo que se trataba para afrontar la noche loca de pasado mañana.
No será fácil. En su encuentro anterior, la amante (el Inter) practicó el bondage con un marido (el Barça) un poco desconcertado, que salió del campo con moratones y el rabo entre las piernas. En el partido de vuelta, le tocará al marido proponer sus fantasías y poner en evidencia el estilo del rival, sin caer en esas concesiones sadomasoquistas que, por cortesía, hacemos la primera noche. "No lo conseguiremos si no somos la esencia pura de lo que somos", dijo Guardiola con trágica solemnidad. ¿Y qué somos?, llevo dos días preguntándome.
Al final del partido contra el Xerez, los jugadores se enfundaron una camiseta con la inscripción "Ens hi deixarem la pell", para convocar a los socios. Sin ánimo de polemizar en un momento tan crucial, me parece un error. Se está extendiendo en el barcelonismo una especie de positivismo enfático y sensacionalista que insiste en amplificar las obviedades hasta desnaturalizarlas. ¿Alguien cree que sin la camiseta ni el dichoso Facebook el Camp Nou estaría vacío? ¿Qué camiseta convoca más a los culés, la del Barça o esa birria oportunista que recuerda el fiasco de Camí de Göteborg? ¡No hagamos más el chorra, por favor!
Con buena intención y bastante ignorancia, se apela a una unidad y a una responsabilidad que ya existe y se cargan tanto las tintas que, al final, uno se siente ofendido ante esa apropiación indebida (e inducida) de los sentimientos más íntimos. ¿Qué es eso de que "Ens hi deixarem la pell"? ¿Acaso el equipo no lleva dos años dejándosela? ¿Qué es eso de "Ara ens necessiten"? ¿Los hemos abandonado alguna vez? Con tanta propaganda acrítica, lo único que se consigue es un estado de ansiedad poco recomendable para la práctica del (buen) fútbol.
Hace dos años, cuando empatamos a cero contra el Manchester United (luego quedamos eliminados), la gente acudió al Camp Nou con un estrés contraproducente. Traicionando su costumbre, el público se dedicó a abuchear al rival y a Cristiano Ronaldo y derrochó tantas energías en intimidar que perdió parte del entusiasmo que debería haber invertido en animar.
En las actuales circunstancias, prefiero apelar al ambiente del partido de la liguilla contra el Inter. No jugaron ni Messi ni Ibrahimovic y miles de culés acudieron al Camp Nou con un nudo de ambivalencia en la garganta. Luego, sobre el césped, el Barça maravilló con un juego solidario y creativo, desplegando su repertorio de virtudes identitarias. Y, de repente, se creó ese instante maravilloso en el que los que habían desconfiado de la relación reconocieron, a través de su propia capacidad para disfrutar, la esencia pura de lo que, cuando nos dejamos de tonterías, podemos llegar a ser.
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Fútbol
divendres, 23 d’abril del 2010
No es bueno llevarse el trabajo a casa
Tanto estrés, tanta tontería, tanto dejar de disfrutar por trabajar, paremos la máquina que yo me bajo.
dijous, 22 d’abril del 2010
Así se juega al rugby
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Rugby
dimarts, 20 d’abril del 2010
Maneras de vivir en los pueblos para que no mueran
Un pueblo que se autogestiona, dentro del llamado "Transition Town", un movimiento para la autogestión de los pueblos, dando negocio a la gente que vive en tu comunidad, para que la gente sea más feliz y lo más importante, que no se larguen a la ciudad. Otra "manera de vivir", como cantaba Rosendo.
Un 'revolucionario' pueblo inglés acuña su propia moneda
Daniel Burgui Iguzkiza
Apenas unas cuantas casas victorianas apretujadas alrededor de un castillo medieval, calles con escasísimas aceras que hacen que sus 16.000 educadísimos habitantes tengan que saludarse y excusarse cada vez que se cruzan. Eso es Lewes. Un diminuto pueblo al sur de Inglaterra, a apenas una hora de Londres. Un lugar tan tranquilo como idóneo para comenzar una revolución.
Así lo creyó Thomas Paine en su día cuando vivió aquí y fraguó sus ideas republicanas que, más tarde, en América convirtió en revolución y plasmó en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Y así lo han considerado los actuales habitantes de Lewes que desde este martes han cambiado la cara de la Reina de Inglaterra por la de Thomas Paine en sus billetes.
Este pueblo ha estrenado su propia moneda esta semana, el Lewes Pound. El objetivo es esquivar la crisis crediticia mundial, revitalizar el comercio local y, de paso, ser un pueblo más sostenible e independiente. Thomas Paine ilustra los nuevos billetes, toda una declaración de principios.
Ayer por la tarde Miriam Miklaszewska compraba un zumo y algo de bollería en una pastelería de Lewes. "Además son preciosos, ¿no crees?" decía a la dependienta mientras le entregaba cinco de las nuevas libras. Miriam vive en Eastbourne, una localidad vecina, pero trabaja en este pueblo. "Creo que usar los Lewes Pounds, es algo muy sencillo de hacer y que ayuda a mejorar el pueblo", comentaba. "Creo que va ayudar mucho al comercio local, pero necesita de la implicación de todos", aseguraba la propietaria de la pastelería que desde ésta semana ha colocado una pegatina en el escaparate que identifica a su tienda como uno de los 70 establecimientos que aceptan la libra local como forma de pago.
Paridad con la libra esterlina
La libra de Lewes se canjea al mismo valor que la esterlina y en ningún caso la sustituye como divisa oficial, de hecho sólo puede ser utilizada dentro del municipio, y no tiene estatus de "curso legal", pero según el Banco de Inglaterra ésta "puede ser utilizada como forma de pago siempre que estén de acuerdo las partes implicadas".
Por este motivo los comercios que la acepten deben identificarse claramente, entre los 70 locales hay de todo: cafeterías, tiendas de alimentación, librerías, tiendas de regalos, ropa, muebles, deportes, pintura, fotografía, etc.
También están implicados granjeros y productores locales. La idea también es lograr ser un lugar más sostenible y depender menos de las energías fósiles, por eso si los productos que se consumen y se compran son originarios del la región se reducirán también los costes de transporte y las emisiones de CO2 o la dependencia energética. La libra de Lewes pretende promover también la sostenibilidad y no depender de los vaivenes de la economía global. "No es un proceso apocalíptico o independentista, simplemente es una forma original y optimista de relanzar la economía local y de impactar en la sensibilidad de los ciudadanos y hacerles reflexionar sobre la forma en la que se gastan el dinero" remarca Oliver Dudok van Heel, uno de los cabecillas de la plataforma ciudadana por la libra de Lewes.
Un intento de 'relocalizar' la moneda
"Se puede decir que se trata de relocalizar la economía", afirmaba el experto financiero Stewart Wallis el martes durante la gala de presentación de la nueva moneda. Según un estudio mencionado por Wallis, miembro de la New Economics Foundation, aproximadamente de cada diez libras esterlinas que se gastan en un pueblo medio inglés, tan sólo dos de ellas se quedan en la economía local. El resto desaparecen inmediatamente en las arcas de las grandes cadenas o en otros lugares.
Además, el Lewes Pound no sólo incrementará la cantidad de dinero que se quedará en beneficio del pueblo sino que el dinero que se gasta localmente dura hasta tres veces más en manos de la comunidad. De momento ninguna de las grandes cadenas de supermercados o franquicias con sede en esta localidad aceptan la libra local, pero en Lewes tampoco están preocupados porque eso no entra dentro de los principios con los que ha sido creada. "Hemos intentado hablar con alguna de las grandes cadenas, pero parece que son muy silenciosos: no hemos obtenido respuesta", bromea Dudok van Heel.
El precedente de Berkshires con los 'BerkShares'
Los habitantes de Lewes también esperan que su nueva libra sea una herramienta para crear empleo. Un buen espejo dónde mirarse es el pueblo estadounidense de Berkshires, en Massachusetts, allí desde el año 2006 circulan los BerkShares como sustitutos del dólar.
Según Stewart Wallis, se estima que el equivalente a un millón y medio de dólares de esta moneda circula en el pueblo y las comparaciones entre la salud del comercio local de ese pueblo y las localidades vecinas son muy clarificadoras: "Mientras en BerkShires se mantienen abiertos todos los comercios que había en 2006, en los pueblos de al lado muchos han cerrado". Es un mal común de las pequeñas ciudades o pueblos, los comercios "de toda la vida" terminan por desaparecer.
No obstante, Lewes tampoco es la primera localidad de Inglaterra en tener su propia libra, en Totnes la lanzaron el año pasado pero de una forma mucho más discreta. Se estima que en todo el mundo hay unos 2.500 tipos de "divisas complementarias", aunque la mayoría de ellas no han sido creadas con fines tan específicos como el Lewes Pound. Algunos ejemplos peculiares son las divisas locales que aparecieron (y desaparecieron) en algunos ámbitos rurales de Argentina durante la gran crisis que devaluó terriblemente el peso.
El ayuntamiento actuará como banco
Lewes de momento para el martes ya había acuñado 10.000 billetes y parece que aumentará progresivamente la cifra si la iniciativa tiene una buena acogida. La localidad tiene un año para foguearse con esta nueva libra; si funciona, pasarán a una segunda fase del proyecto. El equivalente en esterlinas se guardará a partir de ahora en el Ayuntamiento, que actuará cómo banco y se habilitará una cuenta municipal para gestionarlas.
Cualquiera en cualquier momento puede reclamar su cambio a esterlinas de nuevo, pero el deseo de los promotores es que también se comience a utilizar para pagar servicios como clases particulares, al fontanero o al dentista, por ejemplo.
A pesar de los entusiastas "hooligans" de la nueva moneda que acudieron el martes a la presentación oficial en el ayuntamiento (fue una fiesta con una cerveza especial elaborada para la ocasión e incluso concierto), muchos habitantes de Lewes todavía bromean con la idea de tener "dinero de monopoli". Y muchos otros son algo escépticos.
Lee Gasson, propietario de The Outdorrs shop una tienda de artículos de montañismo que todavía no acepta los nuevos billetes, lo deja claro: "Creo que es una buena idea, pero voy a dejar que pase un tiempo, ver cómo funciona en otros comercios y si va bien la adoptaré". Gasson confiesa que ya ha tenido un par de clientes que han intentado pagar con la nueva libra. "De momento sigo estando muy feliz cobrando en libras esterlinas, ¡qué también es dinero!" añade irónicamente.
Un 'revolucionario' pueblo inglés acuña su propia moneda
Daniel Burgui Iguzkiza
Apenas unas cuantas casas victorianas apretujadas alrededor de un castillo medieval, calles con escasísimas aceras que hacen que sus 16.000 educadísimos habitantes tengan que saludarse y excusarse cada vez que se cruzan. Eso es Lewes. Un diminuto pueblo al sur de Inglaterra, a apenas una hora de Londres. Un lugar tan tranquilo como idóneo para comenzar una revolución.
Así lo creyó Thomas Paine en su día cuando vivió aquí y fraguó sus ideas republicanas que, más tarde, en América convirtió en revolución y plasmó en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Y así lo han considerado los actuales habitantes de Lewes que desde este martes han cambiado la cara de la Reina de Inglaterra por la de Thomas Paine en sus billetes.
Este pueblo ha estrenado su propia moneda esta semana, el Lewes Pound. El objetivo es esquivar la crisis crediticia mundial, revitalizar el comercio local y, de paso, ser un pueblo más sostenible e independiente. Thomas Paine ilustra los nuevos billetes, toda una declaración de principios.
Ayer por la tarde Miriam Miklaszewska compraba un zumo y algo de bollería en una pastelería de Lewes. "Además son preciosos, ¿no crees?" decía a la dependienta mientras le entregaba cinco de las nuevas libras. Miriam vive en Eastbourne, una localidad vecina, pero trabaja en este pueblo. "Creo que usar los Lewes Pounds, es algo muy sencillo de hacer y que ayuda a mejorar el pueblo", comentaba. "Creo que va ayudar mucho al comercio local, pero necesita de la implicación de todos", aseguraba la propietaria de la pastelería que desde ésta semana ha colocado una pegatina en el escaparate que identifica a su tienda como uno de los 70 establecimientos que aceptan la libra local como forma de pago.
Paridad con la libra esterlina
La libra de Lewes se canjea al mismo valor que la esterlina y en ningún caso la sustituye como divisa oficial, de hecho sólo puede ser utilizada dentro del municipio, y no tiene estatus de "curso legal", pero según el Banco de Inglaterra ésta "puede ser utilizada como forma de pago siempre que estén de acuerdo las partes implicadas".
Por este motivo los comercios que la acepten deben identificarse claramente, entre los 70 locales hay de todo: cafeterías, tiendas de alimentación, librerías, tiendas de regalos, ropa, muebles, deportes, pintura, fotografía, etc.
También están implicados granjeros y productores locales. La idea también es lograr ser un lugar más sostenible y depender menos de las energías fósiles, por eso si los productos que se consumen y se compran son originarios del la región se reducirán también los costes de transporte y las emisiones de CO2 o la dependencia energética. La libra de Lewes pretende promover también la sostenibilidad y no depender de los vaivenes de la economía global. "No es un proceso apocalíptico o independentista, simplemente es una forma original y optimista de relanzar la economía local y de impactar en la sensibilidad de los ciudadanos y hacerles reflexionar sobre la forma en la que se gastan el dinero" remarca Oliver Dudok van Heel, uno de los cabecillas de la plataforma ciudadana por la libra de Lewes.
Un intento de 'relocalizar' la moneda
"Se puede decir que se trata de relocalizar la economía", afirmaba el experto financiero Stewart Wallis el martes durante la gala de presentación de la nueva moneda. Según un estudio mencionado por Wallis, miembro de la New Economics Foundation, aproximadamente de cada diez libras esterlinas que se gastan en un pueblo medio inglés, tan sólo dos de ellas se quedan en la economía local. El resto desaparecen inmediatamente en las arcas de las grandes cadenas o en otros lugares.
Además, el Lewes Pound no sólo incrementará la cantidad de dinero que se quedará en beneficio del pueblo sino que el dinero que se gasta localmente dura hasta tres veces más en manos de la comunidad. De momento ninguna de las grandes cadenas de supermercados o franquicias con sede en esta localidad aceptan la libra local, pero en Lewes tampoco están preocupados porque eso no entra dentro de los principios con los que ha sido creada. "Hemos intentado hablar con alguna de las grandes cadenas, pero parece que son muy silenciosos: no hemos obtenido respuesta", bromea Dudok van Heel.
El precedente de Berkshires con los 'BerkShares'
Los habitantes de Lewes también esperan que su nueva libra sea una herramienta para crear empleo. Un buen espejo dónde mirarse es el pueblo estadounidense de Berkshires, en Massachusetts, allí desde el año 2006 circulan los BerkShares como sustitutos del dólar.
Según Stewart Wallis, se estima que el equivalente a un millón y medio de dólares de esta moneda circula en el pueblo y las comparaciones entre la salud del comercio local de ese pueblo y las localidades vecinas son muy clarificadoras: "Mientras en BerkShires se mantienen abiertos todos los comercios que había en 2006, en los pueblos de al lado muchos han cerrado". Es un mal común de las pequeñas ciudades o pueblos, los comercios "de toda la vida" terminan por desaparecer.
No obstante, Lewes tampoco es la primera localidad de Inglaterra en tener su propia libra, en Totnes la lanzaron el año pasado pero de una forma mucho más discreta. Se estima que en todo el mundo hay unos 2.500 tipos de "divisas complementarias", aunque la mayoría de ellas no han sido creadas con fines tan específicos como el Lewes Pound. Algunos ejemplos peculiares son las divisas locales que aparecieron (y desaparecieron) en algunos ámbitos rurales de Argentina durante la gran crisis que devaluó terriblemente el peso.
El ayuntamiento actuará como banco
Lewes de momento para el martes ya había acuñado 10.000 billetes y parece que aumentará progresivamente la cifra si la iniciativa tiene una buena acogida. La localidad tiene un año para foguearse con esta nueva libra; si funciona, pasarán a una segunda fase del proyecto. El equivalente en esterlinas se guardará a partir de ahora en el Ayuntamiento, que actuará cómo banco y se habilitará una cuenta municipal para gestionarlas.
Cualquiera en cualquier momento puede reclamar su cambio a esterlinas de nuevo, pero el deseo de los promotores es que también se comience a utilizar para pagar servicios como clases particulares, al fontanero o al dentista, por ejemplo.
A pesar de los entusiastas "hooligans" de la nueva moneda que acudieron el martes a la presentación oficial en el ayuntamiento (fue una fiesta con una cerveza especial elaborada para la ocasión e incluso concierto), muchos habitantes de Lewes todavía bromean con la idea de tener "dinero de monopoli". Y muchos otros son algo escépticos.
Lee Gasson, propietario de The Outdorrs shop una tienda de artículos de montañismo que todavía no acepta los nuevos billetes, lo deja claro: "Creo que es una buena idea, pero voy a dejar que pase un tiempo, ver cómo funciona en otros comercios y si va bien la adoptaré". Gasson confiesa que ya ha tenido un par de clientes que han intentado pagar con la nueva libra. "De momento sigo estando muy feliz cobrando en libras esterlinas, ¡qué también es dinero!" añade irónicamente.
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Miscelanea
dijous, 15 d’abril del 2010
Rugby vs Fútbol, la opinión de un árbitro.
No todos los deportes son iguales, aunque algunos se empecinen en hacernos creer lo contrario.
Cambiémonos de deporte
Me envían la noticia de que la Federación Madrileña de Rugby anda buscando árbitros. Por lo visto la plantilla arbitral madrileña está escasa de colegiados. ¿Os suena? Viendo que mi futuro no está en el arbitraje del fútbol, me metí en su página y eché un vistazo. Me han convencido, creo que me paso al rugby.
En la sección del comité de árbitros tienen algunos documentos muy interesantes. Entre ellos, un protocolo de actuación de árbitros, donde explican, pues eso, cómo debe actuar un árbitro antes, durante y después del encuentro. En eso no hay mucha diferencia con el fútbol: cómo cumplimentar la licencia de árbitro, informar de la disponibilidad para arbitrar, cómo enterarte de las designaciones, comprobar que se lleva al partido todo lo necesario, llegar con antelación al campo, la revisión del campo y de los jugadores... Vamos, nada que no conozcáis todos vosotros. Hasta aquí todo igual.
Seguimos. Durante el partido: muéstrate tranquilo, da ejemplo en el trato, demuestra decisión y firmeza, concéntrate en el campo y olvida el exterior... Tras el partido: llega al vestuario y relájate, rellena el acta, etc. ¿Veis? Esto lo sabemos hacer todos.
Y terminamos. Llegamos al Tercer Tiempo y aquí corto-pego del documento oficial "Aunque no es obligatorio, si te invitan debes ir al tercer tiempo y tratar de hablar con los entrenadores de los dos equipos. Si crees que has tenido algún error reglamentario, repasa este en el vestuario antes de ir al tercer tiempo, pero nunca lleves el reglamento al mismo".
Sigo con el corta-pega: "Trata de hablar con entrenadores y jugadores y escúchales, si la charla se desarrolla en términos correctos. NUNCA preguntes ¿qué tal lo he hecho?. Puede que no te guste la respuesta. Debate sobre puntos concretos (la interpretación de la regla del fuera de juego; de la manera de arbitrar el área de placaje…), pero nunca de generalidades ni de una jugada en concreto: es que en el minuto 25 pitaste…".
Para los que no conocen mucho del rugby, el tercer tiempo es ese momento en que los dos equipos se van a emborrachar a un pub irlandés, cantan a voz en grito, molestan a los otros clientes y parece que son hermanos de sangre, aunque apenas una hora antes se han dado hasta en el cielo de la boca. Es rugby, no tratéis de entenderlo.
Eso sí, releed los dos penúltimos párrafos. El comité de árbitros recomienda, "que no obliga", que se vaya al tercer tiempo y que se discutan aspectos técnicos con los entrenadores y con los jugadores. Vamos, que la imagen debe de ser parecida a esta: acabas de ducharte y estás hecho polvo, con la ropa llena de barro tirada en el suelo y sin saber dónde meterla para no manchar mucho. En esto que llega un tío grande y con cara de malo, lleno de vendajes y con un moratón en la cara y te dice "arbi, que vamos al Saint Patrick, que si te vienes". Joder, y tú que eres un bien mandado, siguiendo las directrices del comité, pues te vas con ellos.
¡Y al llegar allí te invitan a una cerveza! Y comentan contigo aspectos del juego y de las reglas. Y supongo que a la tercera cerveza incluso cantas con ellos. Y ahí, en una esquina, el informador del comité sumándole puntos a tu informe según te va viendo más integrado en el debate. Eh, espera, que te has subido a la barra; medio punto más. Se le ve contento al tío. Eres un buen árbitro. Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
Me cuenta un amigo que llegó a jugar en el rugby universitario madrileño, que a él desde pequeñajo, cuando empezó en esto del rugby, los entrenadores siempre le decían "al árbitro no se le discute ni tu nombre, y cuando se acabe el partido te acercas a él y le das las gracias". Pase lo que pase en el campo. Y, por supuesto, luego le invitas a "debatir aspectos de las reglas del juego". Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
Me dan envidia estos del rugby. Imaginaos otra situación: estais arbitrando un Agrónomos contra Ciencias, por decir algo, y os acercáis corriendo al juez de touch: "No me jodas, Johnny, golpe de castigo y expulsión, ¿de quién?". Y Johnny se equivoca de dorsal y expulsas a Patrick. Y acaba el partido y Patrick, un tío de ciento veinte kilos, se te acerca corriendo y te dice "arbi, me has jodido el partido, muchas gracias". Y te lo dice sonriendo. Y luego, para que te quede mala conciencia, va el capullo y te invita a media pinta de Guinness. Y no se cisca en tus muertos, que esa es otra. Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
No lo penséis más, de verdad, vámonos todos al rugby. Seremos mucho más felices, nos divertiremos muchísimo más y nos tomaremos unas pintas, que repercutirán positivamente en nuestros informes. Y el fútbol, que lo arbitre el gilipollas ese que se cree Kaká y sigue jugando en segunda regional.
[Y tras esta entrada nostálgica, que no olvidaré nunca, os recomiendo que visitéis la web del CIHEFE y leais la serie que está escribiendo Javier Bravo sobre la historia de la Reglas del Fútbol. Ya sé que parecerá increible, pero el rugby y el fútbol nacieron en el mismo sitio. De hecho, al principio todo era igual. Era lo mismo. Hasta que llegó algún amargado al que no le gustaba la cerveza ni cantar, y se le ocurrió que no se podía coger el balón con las manos. Que se pudra en el infierno, que bien merecido lo tiene].
Cambiémonos de deporte
Me envían la noticia de que la Federación Madrileña de Rugby anda buscando árbitros. Por lo visto la plantilla arbitral madrileña está escasa de colegiados. ¿Os suena? Viendo que mi futuro no está en el arbitraje del fútbol, me metí en su página y eché un vistazo. Me han convencido, creo que me paso al rugby.
En la sección del comité de árbitros tienen algunos documentos muy interesantes. Entre ellos, un protocolo de actuación de árbitros, donde explican, pues eso, cómo debe actuar un árbitro antes, durante y después del encuentro. En eso no hay mucha diferencia con el fútbol: cómo cumplimentar la licencia de árbitro, informar de la disponibilidad para arbitrar, cómo enterarte de las designaciones, comprobar que se lleva al partido todo lo necesario, llegar con antelación al campo, la revisión del campo y de los jugadores... Vamos, nada que no conozcáis todos vosotros. Hasta aquí todo igual.
Seguimos. Durante el partido: muéstrate tranquilo, da ejemplo en el trato, demuestra decisión y firmeza, concéntrate en el campo y olvida el exterior... Tras el partido: llega al vestuario y relájate, rellena el acta, etc. ¿Veis? Esto lo sabemos hacer todos.
Y terminamos. Llegamos al Tercer Tiempo y aquí corto-pego del documento oficial "Aunque no es obligatorio, si te invitan debes ir al tercer tiempo y tratar de hablar con los entrenadores de los dos equipos. Si crees que has tenido algún error reglamentario, repasa este en el vestuario antes de ir al tercer tiempo, pero nunca lleves el reglamento al mismo".
Sigo con el corta-pega: "Trata de hablar con entrenadores y jugadores y escúchales, si la charla se desarrolla en términos correctos. NUNCA preguntes ¿qué tal lo he hecho?. Puede que no te guste la respuesta. Debate sobre puntos concretos (la interpretación de la regla del fuera de juego; de la manera de arbitrar el área de placaje…), pero nunca de generalidades ni de una jugada en concreto: es que en el minuto 25 pitaste…".
Para los que no conocen mucho del rugby, el tercer tiempo es ese momento en que los dos equipos se van a emborrachar a un pub irlandés, cantan a voz en grito, molestan a los otros clientes y parece que son hermanos de sangre, aunque apenas una hora antes se han dado hasta en el cielo de la boca. Es rugby, no tratéis de entenderlo.
Eso sí, releed los dos penúltimos párrafos. El comité de árbitros recomienda, "que no obliga", que se vaya al tercer tiempo y que se discutan aspectos técnicos con los entrenadores y con los jugadores. Vamos, que la imagen debe de ser parecida a esta: acabas de ducharte y estás hecho polvo, con la ropa llena de barro tirada en el suelo y sin saber dónde meterla para no manchar mucho. En esto que llega un tío grande y con cara de malo, lleno de vendajes y con un moratón en la cara y te dice "arbi, que vamos al Saint Patrick, que si te vienes". Joder, y tú que eres un bien mandado, siguiendo las directrices del comité, pues te vas con ellos.
¡Y al llegar allí te invitan a una cerveza! Y comentan contigo aspectos del juego y de las reglas. Y supongo que a la tercera cerveza incluso cantas con ellos. Y ahí, en una esquina, el informador del comité sumándole puntos a tu informe según te va viendo más integrado en el debate. Eh, espera, que te has subido a la barra; medio punto más. Se le ve contento al tío. Eres un buen árbitro. Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
Me cuenta un amigo que llegó a jugar en el rugby universitario madrileño, que a él desde pequeñajo, cuando empezó en esto del rugby, los entrenadores siempre le decían "al árbitro no se le discute ni tu nombre, y cuando se acabe el partido te acercas a él y le das las gracias". Pase lo que pase en el campo. Y, por supuesto, luego le invitas a "debatir aspectos de las reglas del juego". Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
Me dan envidia estos del rugby. Imaginaos otra situación: estais arbitrando un Agrónomos contra Ciencias, por decir algo, y os acercáis corriendo al juez de touch: "No me jodas, Johnny, golpe de castigo y expulsión, ¿de quién?". Y Johnny se equivoca de dorsal y expulsas a Patrick. Y acaba el partido y Patrick, un tío de ciento veinte kilos, se te acerca corriendo y te dice "arbi, me has jodido el partido, muchas gracias". Y te lo dice sonriendo. Y luego, para que te quede mala conciencia, va el capullo y te invita a media pinta de Guinness. Y no se cisca en tus muertos, que esa es otra. Igualito que en el fútbol, ¿verdad?
No lo penséis más, de verdad, vámonos todos al rugby. Seremos mucho más felices, nos divertiremos muchísimo más y nos tomaremos unas pintas, que repercutirán positivamente en nuestros informes. Y el fútbol, que lo arbitre el gilipollas ese que se cree Kaká y sigue jugando en segunda regional.
[Y tras esta entrada nostálgica, que no olvidaré nunca, os recomiendo que visitéis la web del CIHEFE y leais la serie que está escribiendo Javier Bravo sobre la historia de la Reglas del Fútbol. Ya sé que parecerá increible, pero el rugby y el fútbol nacieron en el mismo sitio. De hecho, al principio todo era igual. Era lo mismo. Hasta que llegó algún amargado al que no le gustaba la cerveza ni cantar, y se le ocurrió que no se podía coger el balón con las manos. Que se pudra en el infierno, que bien merecido lo tiene].
dilluns, 12 d’abril del 2010
La Familia Pija
Erase una vez una familia muy pija, su hija les preguntó porque ellos tenían tanto y tanta gente tan poco, así que decidieron vender su mansión y dar la mitad de los beneficios de su venta a un pueblo de Ghana, con el resto compraron una casa más moderna. Han recibido críticas y bendiciones, supongo que algunos no ven bien no ayudar a los demás, eso debe ser un signo de debilidad. En Nepal continuan transportando las piedras a mano y nosotros nos preocupamos del ipod, ipad, iped y otras gilipolleces.
New Math
by Larissa MacFarquhar
Fourteen-year-olds frequently accuse their parents of moral dereliction; parents do not frequently respond by selling their house and donating half the proceeds to villagers in Ghana. But such was the response of Kevin and Joan Salwen, of Atlanta, to their daughter, Hannah. Kevin and Hannah went on to write a book, “The Power of Half,” in which they encourage other families to do something similar. And recently they carried this incendiary message to the teen-agers of Marymount, a private Catholic girls’ school on Fifth Avenue, across from the Met.
The Salwens stood in the school chapel. They wore jeans; the Marymount girls wore kilts. They told their story. One day in 2006, Kevin and Hannah pulled up at a stoplight. To their left was a homeless man, to their right a guy in a Mercedes coupé. Hannah said, “Dad, if that man didn’t have such a nice car, then that homeless man could have a meal.” Kevin said, “Yes, but if we didn’t have such a nice car that man could have a meal.” This sank in rather more deeply than he’d intended. By dinnertime, Hannah was all worked up. She didn’t want to be a family that just talked about doing good, she said. She wanted to be a family that actually did something. Kevin and Joan explained that they did a lot: they volunteered at the food bank; they wrote big checks to charities; after Hurricane Katrina, they let a family of refugees stay in their basement. Hannah rolled her eyes. That was annoying, so Joan said, “What do you want to do, sell the house?” And Hannah said, “Yeah! That is exactly what I want to do.”
“We don’t expect anyone else to sell their house,” Hannah assured the Marymount girls, whose parents might not have appreciated a demand by their offspring to donate eight hundred thousand dollars (half the value of the Salwens’ house) to charity. “We know that’s a ridiculous thing to do. But everyone has something they can afford to give away. If you watch six hours of TV a week, maybe you cut that down to three hours and spend three with your family volunteering at a homeless shelter.”
A girl with a ponytail raised her hand. “Have you ever regretted selling your house?” she asked.
“There are some things that I miss,” Hannah said. “We had an elevator that led up to my room, and it was really cool, because nobody else had an elevator in their room. My friends would say, ‘Let’s ride in the elevator!’ But it really doesn’t matter.”
A woman in a red sweater asked how their friends had reacted. This had been a problem. Friends had been baffled, or worse. One close friend of Joan’s had started to cry and said, “This is not my family’s reality.” That friendship withered. For a while, tired of feeling like freaks, the Salwens kept the whole thing secret. Then they appeared on television, and while most commenters on the shows’ Web sites were nice, many were angry that the Salwens had chosen to spend the money in Africa rather than in the United States, and some just thought the whole thing sounded inane. “What kind of ass clown works his tail off, and busts his hump getting a decent education, only to listen to his kid suggest they give away the house?” one wrote.
“Most people are supportive,” Kevin told the audience, “and a few are very uncomfortable.”
A couple of days later, Hannah and Kevin reflected on the difficulties of explaining what they’d done. If they got too evangelical, they might sound as if they were judging people for not doing the same; but if they said they didn’t expect other people to sell their house, that could sound as if they thought nobody else was as good as they were.
“When I tell people, I try so hard not to come off as boasty,” Hannah says. “I want people to feel, like, ‘That’s actually cool. I want to do something like that in my family.’ ”
Kevin feels that in the early days their messaging was off, and they’ve worked hard on that. “We know this is a lot of money, but we rarely lead with the amount,” he says. “We certainly don’t challenge people now.”
“We do challenge people!” Hannah protested.
“Well, we never go over to the Stones’ house and say, ‘Who the hell needs this?’ ”
Soon afterward, Hannah and Kevin received an e-mail from a student that, to them, made it all worthwhile. “I have dreamed of living in a huge mansion and marrying a millionaire,” she wrote.
“But now, I see that the world is a largely connected community. I owe that to you. Today, I took out clothing from my closets that were too small or that I didn’t wear. . . . You’re making a difference!”
New Math
by Larissa MacFarquhar
Fourteen-year-olds frequently accuse their parents of moral dereliction; parents do not frequently respond by selling their house and donating half the proceeds to villagers in Ghana. But such was the response of Kevin and Joan Salwen, of Atlanta, to their daughter, Hannah. Kevin and Hannah went on to write a book, “The Power of Half,” in which they encourage other families to do something similar. And recently they carried this incendiary message to the teen-agers of Marymount, a private Catholic girls’ school on Fifth Avenue, across from the Met.
The Salwens stood in the school chapel. They wore jeans; the Marymount girls wore kilts. They told their story. One day in 2006, Kevin and Hannah pulled up at a stoplight. To their left was a homeless man, to their right a guy in a Mercedes coupé. Hannah said, “Dad, if that man didn’t have such a nice car, then that homeless man could have a meal.” Kevin said, “Yes, but if we didn’t have such a nice car that man could have a meal.” This sank in rather more deeply than he’d intended. By dinnertime, Hannah was all worked up. She didn’t want to be a family that just talked about doing good, she said. She wanted to be a family that actually did something. Kevin and Joan explained that they did a lot: they volunteered at the food bank; they wrote big checks to charities; after Hurricane Katrina, they let a family of refugees stay in their basement. Hannah rolled her eyes. That was annoying, so Joan said, “What do you want to do, sell the house?” And Hannah said, “Yeah! That is exactly what I want to do.”
“We don’t expect anyone else to sell their house,” Hannah assured the Marymount girls, whose parents might not have appreciated a demand by their offspring to donate eight hundred thousand dollars (half the value of the Salwens’ house) to charity. “We know that’s a ridiculous thing to do. But everyone has something they can afford to give away. If you watch six hours of TV a week, maybe you cut that down to three hours and spend three with your family volunteering at a homeless shelter.”
A girl with a ponytail raised her hand. “Have you ever regretted selling your house?” she asked.
“There are some things that I miss,” Hannah said. “We had an elevator that led up to my room, and it was really cool, because nobody else had an elevator in their room. My friends would say, ‘Let’s ride in the elevator!’ But it really doesn’t matter.”
A woman in a red sweater asked how their friends had reacted. This had been a problem. Friends had been baffled, or worse. One close friend of Joan’s had started to cry and said, “This is not my family’s reality.” That friendship withered. For a while, tired of feeling like freaks, the Salwens kept the whole thing secret. Then they appeared on television, and while most commenters on the shows’ Web sites were nice, many were angry that the Salwens had chosen to spend the money in Africa rather than in the United States, and some just thought the whole thing sounded inane. “What kind of ass clown works his tail off, and busts his hump getting a decent education, only to listen to his kid suggest they give away the house?” one wrote.
“Most people are supportive,” Kevin told the audience, “and a few are very uncomfortable.”
A couple of days later, Hannah and Kevin reflected on the difficulties of explaining what they’d done. If they got too evangelical, they might sound as if they were judging people for not doing the same; but if they said they didn’t expect other people to sell their house, that could sound as if they thought nobody else was as good as they were.
“When I tell people, I try so hard not to come off as boasty,” Hannah says. “I want people to feel, like, ‘That’s actually cool. I want to do something like that in my family.’ ”
Kevin feels that in the early days their messaging was off, and they’ve worked hard on that. “We know this is a lot of money, but we rarely lead with the amount,” he says. “We certainly don’t challenge people now.”
“We do challenge people!” Hannah protested.
“Well, we never go over to the Stones’ house and say, ‘Who the hell needs this?’ ”
Soon afterward, Hannah and Kevin received an e-mail from a student that, to them, made it all worthwhile. “I have dreamed of living in a huge mansion and marrying a millionaire,” she wrote.
“But now, I see that the world is a largely connected community. I owe that to you. Today, I took out clothing from my closets that were too small or that I didn’t wear. . . . You’re making a difference!”
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dissabte, 10 d’abril del 2010
Policía bueno, policía malo
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dimecres, 7 d’abril del 2010
Para los que creen que la Liga española es la mejor del mundo
Os dejo este artículo de La Vanguardia, donde se explica con pocas palabras y mucho acierto el gran timo en que se ha convertido este circo del fútbol. Es que ahora es como la Play Station, por eso es un coñazo, porque yo quiero ver un partido y no una partida de Play. El juego en sí ya no interesa a casi nadie, ahora todos siguen a su equipo y punto. No hay más ni menos.
Una Liga de Balonmano.
Xavier G. Luque. La Vanguardia.
La liga de las estrellas va camino de convertirse en un remedo del torneo de balonmano, en el que los dos favoritos prácticamente no pueden permitirse tropiezos y el título se acaba decidiendo en sus choques directos. La enorme superioridad que están mostrando el Barça y el Madrid sobre el resto de los rivales está convirtiendo la Liga española en un coto cerrado que pierde emoción en cada jornada, esperando el momento supremo del choque galáctico del Bernabeu. “Esto seha convertido en la liga de dos planetas”, sentencia con su mordacidad habitual el técnicoXabier Azkargorta. Y razona: “La diferencia de presupuestos es tan grande que sólo cuentan dos equipos. Francamente, no me gusta nada”.
La comparación con las otras grandes ligas europeas deja en mal lugar al torneo español. Si Barça y Madrid sólo han cedido 11 y 13 puntos, respectivamente, en Italia, Inglaterra y Alemania los dos primeros han perdido ya veinte o más, lo que da una idea clara de la mayor igualdad que
impera en los otros torneos. Otro detalle contundente: el tercero de España, el Valencia, está ya a 15 puntos del Barcelona, mientras que los terceros clasificados de las ligas citadas oscilan entre los cuatro y los siete puntos de retraso como mucho. “En el fondo lo que pasa aquí es producto de la mentalidad general”, analiza Azkargorta. “Toda la opinión pública ve la Liga española como un duelo entre el Barça y el Madrid. ¿O acaso en agosto se habla de otros fichajes que no sean los que realizan los dos grandes?”.
De forma similar se manifiesta el analista Joan Golobart. “Esta diferencia acusada la veo como
totalmente negativa. La verdad, si yo fuera entrenador en Primera alinearía los reservas ante el Barça y el Madrid”. El ex futbolista del Espanyol avisa: “Esto acabará pasando. Veremos equipos que se presentan en el Camp Nou o en el Bernabeu con los juveniles, y si no, al tiempo”. Golobart culpa, como Azkargorta, a los presupuestos desequilibrados. “Son la clave. Y en concreto, el reparto de los derechos de televisión. En España cada club negocia por su cuenta y no existe un bloque unido comoen otros países. Así, en Inglaterra el Manchester United cobra de las televisiones cifras comparables al Barça o al Madrid. Pero en cambio, el Wigan percibe 30 millones y pico, de un presupuesto que tiene de 66 millones. Aquí, el Espanyol apenas cobra 16 millones (de un presupuesto de 48). Y eso que, por razones políticas, suerte tiene el Espanyol con TV3”. El hueco se abre más y más. En la pasada jornada ganaron otra vez los dos grandes y entre sus tres perseguidores sólo sumaron un punto. “El torneo pierde competitividad. ¿El Xerez-Espanyol es la Liga de las estrellas?”, se pregunta Golobart. “Quizá los dos grandes deberían empezar el torneo con un handicap, con puntos negativos, según sean los millones de presupuesto”, ironiza Azkargorta.
Por cierto, ya no quedan tipos como antes.
Una Liga de Balonmano.
Xavier G. Luque. La Vanguardia.
La liga de las estrellas va camino de convertirse en un remedo del torneo de balonmano, en el que los dos favoritos prácticamente no pueden permitirse tropiezos y el título se acaba decidiendo en sus choques directos. La enorme superioridad que están mostrando el Barça y el Madrid sobre el resto de los rivales está convirtiendo la Liga española en un coto cerrado que pierde emoción en cada jornada, esperando el momento supremo del choque galáctico del Bernabeu. “Esto seha convertido en la liga de dos planetas”, sentencia con su mordacidad habitual el técnicoXabier Azkargorta. Y razona: “La diferencia de presupuestos es tan grande que sólo cuentan dos equipos. Francamente, no me gusta nada”.
La comparación con las otras grandes ligas europeas deja en mal lugar al torneo español. Si Barça y Madrid sólo han cedido 11 y 13 puntos, respectivamente, en Italia, Inglaterra y Alemania los dos primeros han perdido ya veinte o más, lo que da una idea clara de la mayor igualdad que
impera en los otros torneos. Otro detalle contundente: el tercero de España, el Valencia, está ya a 15 puntos del Barcelona, mientras que los terceros clasificados de las ligas citadas oscilan entre los cuatro y los siete puntos de retraso como mucho. “En el fondo lo que pasa aquí es producto de la mentalidad general”, analiza Azkargorta. “Toda la opinión pública ve la Liga española como un duelo entre el Barça y el Madrid. ¿O acaso en agosto se habla de otros fichajes que no sean los que realizan los dos grandes?”.
De forma similar se manifiesta el analista Joan Golobart. “Esta diferencia acusada la veo como
totalmente negativa. La verdad, si yo fuera entrenador en Primera alinearía los reservas ante el Barça y el Madrid”. El ex futbolista del Espanyol avisa: “Esto acabará pasando. Veremos equipos que se presentan en el Camp Nou o en el Bernabeu con los juveniles, y si no, al tiempo”. Golobart culpa, como Azkargorta, a los presupuestos desequilibrados. “Son la clave. Y en concreto, el reparto de los derechos de televisión. En España cada club negocia por su cuenta y no existe un bloque unido comoen otros países. Así, en Inglaterra el Manchester United cobra de las televisiones cifras comparables al Barça o al Madrid. Pero en cambio, el Wigan percibe 30 millones y pico, de un presupuesto que tiene de 66 millones. Aquí, el Espanyol apenas cobra 16 millones (de un presupuesto de 48). Y eso que, por razones políticas, suerte tiene el Espanyol con TV3”. El hueco se abre más y más. En la pasada jornada ganaron otra vez los dos grandes y entre sus tres perseguidores sólo sumaron un punto. “El torneo pierde competitividad. ¿El Xerez-Espanyol es la Liga de las estrellas?”, se pregunta Golobart. “Quizá los dos grandes deberían empezar el torneo con un handicap, con puntos negativos, según sean los millones de presupuesto”, ironiza Azkargorta.
Por cierto, ya no quedan tipos como antes.
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dimarts, 6 d’abril del 2010
El Gran Maestro Clint Eastwood
Un interesante artículo del Gran Maestro Clint Eastwood. Parece que en breve, o ya ha salido, aparecerá una colección de todas sus películas, tanto de actor como de director.
Out of the West
Clint Eastwood’s shifting landscape.
by David Denby
On a beautiful day in Wyoming, in 1880, three men gather on a slight rise behind some rocks, ready to do a bit of killing. Two of them—William Munny (Clint Eastwood) and Ned Logan (Morgan Freeman)—are retired professional assassins, disgusted with their past but broke and therefore willing to shoot a couple of cowhands, unknown to either of them, for cash. The third is the excitable “Schofield Kid” (Jaimz Woolvett), who has read Western dime fiction all his life and is hot to plug someone—pretty much anyone will do. Logan is the best shot, and he raises his Spencer rifle, aiming at one of the men, who are rounding up cattle with some others below. But, after hitting the man’s horse, Logan can’t pull the trigger again; he just can’t kill anymore. As the Schofield Kid loudly complains that no one’s dead yet, Munny takes the rifle and mortally wounds the cowhand, who howls so persistently for water that Munny shouts at his companions, “Will you give him a drink of water, for Christ’s sake? We ain’t gonna shoot.”
The scene, which appears more than halfway through Clint Eastwood’s 1992 Western, “Unforgiven,” is excruciatingly long—nearly five minutes—and, watching it for the first time, you sense almost immediately that the episode is momentous. The awkwardly insistent realism has a cleansing force: at least for that moment, ninety years of efficient movie violence—central to the Western and police genres—falls away. Old myths dissolve into the messy stupidity of life, which, as rendered by Eastwood, becomes the most challenging kind of art. It’s idiotic to kill a stranger for money, and, not only that, it’s hard. Particularly hard on the stranger, but hard on you, too. The Schofield Kid, it turns out, gets to shoot the other cowhand a bit later, as the guy is sitting in the crapper. But, afterward, the Kid is sickened and scared. Everything about the two killings feels wrong, which is all the more surprising since the creator of this sobering spectacle is an actor-director who became famous playing men who killed without trouble, and sometimes with pleasure.
Being underestimated is, for some people, a misfortune. For Eastwood, it became a weapon. Certainly, no one meeting him in his twenties, before his movie career began, would have seen much more than a good-looking Californian who loved beer, women, cars, and noodling at the piano—a fun guy to hang out with. Since those unprepossessing days, he has done the following: starred in a hit TV show, “Rawhide”; appeared in more than fifty movies and directed thirty-one, often acting, directing, and producing at the same time; added several menacingly ironic locutions to the language, such as “Make my day,” which Ronald Reagan quoted in the face of a congressional movement to raise taxes; become a kind of mythic-heroic-redemptive figure, interacting with public desire in a way that no actor has done since John Wayne; served as the mayor of Carmel; won four Oscars and received many other awards, including a hug from Nicolas Sarkozy while becoming commander of the Légion d’Honneur, last November. Those who were skeptical of Eastwood forty years ago (I’m one of them) have long since capitulated, retired, or died. He has outlasted everyone.
Para leer todo el artículo pincha aquí
Out of the West
Clint Eastwood’s shifting landscape.
by David Denby
On a beautiful day in Wyoming, in 1880, three men gather on a slight rise behind some rocks, ready to do a bit of killing. Two of them—William Munny (Clint Eastwood) and Ned Logan (Morgan Freeman)—are retired professional assassins, disgusted with their past but broke and therefore willing to shoot a couple of cowhands, unknown to either of them, for cash. The third is the excitable “Schofield Kid” (Jaimz Woolvett), who has read Western dime fiction all his life and is hot to plug someone—pretty much anyone will do. Logan is the best shot, and he raises his Spencer rifle, aiming at one of the men, who are rounding up cattle with some others below. But, after hitting the man’s horse, Logan can’t pull the trigger again; he just can’t kill anymore. As the Schofield Kid loudly complains that no one’s dead yet, Munny takes the rifle and mortally wounds the cowhand, who howls so persistently for water that Munny shouts at his companions, “Will you give him a drink of water, for Christ’s sake? We ain’t gonna shoot.”
The scene, which appears more than halfway through Clint Eastwood’s 1992 Western, “Unforgiven,” is excruciatingly long—nearly five minutes—and, watching it for the first time, you sense almost immediately that the episode is momentous. The awkwardly insistent realism has a cleansing force: at least for that moment, ninety years of efficient movie violence—central to the Western and police genres—falls away. Old myths dissolve into the messy stupidity of life, which, as rendered by Eastwood, becomes the most challenging kind of art. It’s idiotic to kill a stranger for money, and, not only that, it’s hard. Particularly hard on the stranger, but hard on you, too. The Schofield Kid, it turns out, gets to shoot the other cowhand a bit later, as the guy is sitting in the crapper. But, afterward, the Kid is sickened and scared. Everything about the two killings feels wrong, which is all the more surprising since the creator of this sobering spectacle is an actor-director who became famous playing men who killed without trouble, and sometimes with pleasure.
Being underestimated is, for some people, a misfortune. For Eastwood, it became a weapon. Certainly, no one meeting him in his twenties, before his movie career began, would have seen much more than a good-looking Californian who loved beer, women, cars, and noodling at the piano—a fun guy to hang out with. Since those unprepossessing days, he has done the following: starred in a hit TV show, “Rawhide”; appeared in more than fifty movies and directed thirty-one, often acting, directing, and producing at the same time; added several menacingly ironic locutions to the language, such as “Make my day,” which Ronald Reagan quoted in the face of a congressional movement to raise taxes; become a kind of mythic-heroic-redemptive figure, interacting with public desire in a way that no actor has done since John Wayne; served as the mayor of Carmel; won four Oscars and received many other awards, including a hug from Nicolas Sarkozy while becoming commander of the Légion d’Honneur, last November. Those who were skeptical of Eastwood forty years ago (I’m one of them) have long since capitulated, retired, or died. He has outlasted everyone.
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