Este es un artículo que ha aparecido en el suplemento de Economía de La Vanguardia. Todo el rollo de esta crisis puede resumirse en una frase del artículo, "...la inferioridad natural de los idiotas niños ricos de Harvard y Yale..."
GESTOR ATRIBULADO de Michael Lewis.
La primera vez que detecté el cambio alarmante en mi alma fue cuando me sorprendí, cinco minutos después de que el mercado, buscando un pitillo de marihuana. Créanme, no hice mi fortuna fumando marihuana en las horas de negociación. Al exhalar la primera calada pensé, quizás en voz alta: "¿Para qué manejas un fondo de cobertura?".
Los mercados estaban colapsándose, y también mi pasión. Los suscriptores de Bloomberg me conocen como un sumamente exitoso gestor de fondos de cobertura que intenta servir a la sociedad de muchas maneras. No sólo he ganado tanto dinero como es posible, y demostrado la inferioridad natural de los idiotas niños ricos de Harvard y Yale que entraron a trabajar a Lehman Brothers Holdings . También he compartido libremente mis pensamientos y opiniones con ustedes. ¿Qué podría haberme hecho dudar de mi propio valor? No lo sé. Pero con los pulmones a punto de estallar, sentí una repentina necesidad de venderme en corto. Busqué una debilidad, y encontré tres:
1. CONFIÉ EN QUE ESTADOS UNIDOS HARÍA LO CORRECTO Mi fondo quizá tenga su domicilio fiscal en el extranjero, pero negocio en los mercados estadounidenses. Cuando pasaron de "Dios bendiga a América" a "Llévame al juego" en el estadio de los Yankees, me puse la mano en el corazón y confié en que mi Gobierno preservaría uno de los derechos más básicos del hombre: el derecho de vender en corto a Morgan Stanley. Hace seis semanas estaba donde quería estar: con posiciones en corto no sólo en Morgan Stanley, sino también en Goldman Sachs. Ambos estaban yéndose a pique, y yo iba a tener otra feliz Navidad. Entonces los ex ejecutivos de Goldman en el Departamento del Tesoro intervinieron y obligaron a la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU. a prohibir las ventas en corto. La decisión me obligó a recomprar todo a precios que harían a un inversor japonés parpadear. ¿Cómo me sentí? Imagínense como se sentiría Michael Jordan, a medio vuelo encima de la canasta y sin nadie a su alrededor, si de pronto el árbitro hiciera sonar el silbato. Meter canasta es ilegal ahora, dice. La liga te multa por intentar hacerlo; los medios te comen vivo por encestar. Y Barney Frank manda citatorios a los que meten canasta. No soy yo quien dice que soy el Michael Jordan de los administradores de fondos. Otros lo dicen. Estoy diciendo que por primera vez en su carrera, el Michael Jordan de los fondos de cobertura tiene ganas de tomar su pelota e irse a casa. Lo cual me lleva a...
2. ODIO MI TRABAJO Cuando la gente me pregunta qué se siente al ganar cientos de millones de dólares para mí solo siempre intento sonreír como si quisiera decir: "No es gran cosa. Algunas personas están hechas para ganar en los mercados financieros". La verdad es que nada ocurre naturalmente en los mercados financieros. Ganar es mucho más difícil de lo que se cree. Se gana con un enorme coste de oportunidad de por medio: no ganar en algo más. Por ejemplo, creo que podría ser uno de los mejores en encontrarle el sentido a la vida. Pero tengo que dejar eso de lado para ayudar a los mercados a ser eficaces. No me malentiendan. No soy un chillón ni soy de los que se dan por vencidos. No estoy escribiendo una carta a mis inversores para decirles por qué soy demasiado bueno para su dinero y para mi propia Blackberry. Simplemente estoy subestimado. Lo que me lleva a...
3. ME SUBESTIMARON Me devastó que yo - o una de las pocas personas como yo- no fuera puesto a cargo del rescate. Si aún no se han dado cuenta, EE. UU. contrató al Paulson equivocado. Hay dos, Hank y John. Hank transformó a Goldman Sachs de un banco de inversión en un autobús de turistas que iban al casino con dinero prestado. Los observadores astutos notarán que cada vez que llegan a una fiesta de enanos, uno es el más alto, y su nombre normalmente es Goldman. Baste decir que mientras el negocio de Hank creaba bonos respaldados por hipotecas subprime o de alto riesgo, John los vendía en corto. Hank acabó trabajando para el Gobierno, y John ganando 2.800 millones de euros. Para él solo. ¡Despierta, Estados Unidos! El maestro acaba de pedirle a la clase enviar a un alumno al pizarrón para resolver el problema. Pasaste por alto al estudiante de mejores notas en la fila delantera y optaste por el alumno medio. ¡Y está confundido! Para ser honesto, no estoy seguro de lo que voy a hacer con mi vida. Pero cuanto más lo pienso, la debilidad que siento no es mía. Es del resto.
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